domingo

¡Creatividad de la A a la Zzz!

Tener una buena idea publicitaria es un proceso que podría ser mejor definido como un proceso egocéntrico pero con fines de obtener algo de alguien. Podríamos compararlo con elegir una camisa. La camisa en teoría es para uno mismo y nadie más, pero que cumple un propósito. Es una bandera que convoca a la atención de las chicas. Si la camisa (el mensaje publicitario) fue bien seleccionada y logró la misión de captar la atención del público objetivo tenemos una noche (campaña) exitosa.

Conquistar una buena idea es un proceso complejo. Es egocéntrico porque llega un momento en el que es la propia idea la que conquista a quien la busca.

Cada creativo tiene su "onda" en el momento de desarrollar una idea. Lo único que unifica los procesos es que ya se han desarrollado numerosos métodos para canalizar dicha creatividad: tormentas de ideas, pensamiento lateral, los seis sombreros, mapeo mental y el ocasional plagio creativo, pan de cada día para algunos procrastinadores del desarrollo creativo.

Irónicamente al escribir sobre el proceso creativo uno se da cuenta de que no está inventando la rueda. Probablemente uno de los mayores exponentes del proceso de nuevas ideas es James Webb Young, quien logró dividirlo en etapas que tuvieron y siguen teniendo mucho sentido para todos los interesados en la materia creativa. Young logró dividir una idea en 6 pasos. Primero viene la preparación, cuando el redactor define el objetivo creativo, luego la generación, donde empieza a masticar un poco los problemas y a generar alternativas e ideas; de ahí pasamos al periodo de incubación, en donde uno cambia de canal, se dedica a otra cosa para que el inconsciente digiera el problema junto con las ideas; luego, sin previo aviso, ¡zapow!, la idea llega a la cabeza del creativo, puede ser en el baño, durmiendo, donde sea, Webb lo llama iluminación, lo cual pasa a la fase de evaluación, en donde verificamos y valoramos la idea versus otras ideas, para concluir en la meta final titulada elaboración, en donde la idea pasa de ser ficción a realidad.

Así que la próxima vez que vea a un redactor creativo tomándose una siesta debajo de un mango abanique su mano debajo de su mentón estirando el dedo índice y pulgar y con un guiño cómplice dígale "¡picaaaaarón!"



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