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El Cerebro Creativo (3 de 4)

Una pregunta que surge en cualquier tratado sobre este tema es la existencia de alguna relación entre creatividad y locura. Este punto se ha estudiado con cierta profundidad.

Hay familias como la de lord Tennyson, Schumann, Edgar Allan Poe, y otras con muchos miembros afectados por enfermedades mentales, sobre todo depresión y suicidios. Estudios realizados en grupos de artistas han comprobado que la incidencia de depresión es bastante más frecuente que en la población general.

También se conoce que la obra de Schumann alternaba periodos de gran productividad con otros de baja creatividad. ¡Y qué decir de Van Gogh y otros muchos artistas rupturistas y adelantados a su tiempo!

Hay una explicación neurobiológica de estos hallazgos. Las lesiones del hemisferio cerebral izquierdo se acompañan de depresiones intensas. Por el contrario, las lesiones del derecho se acompañan de una indiferencia chocante porque los pacientes no suelen ser conscientes del problema.

En las personas muy creativas el hemisferio derecho está hiperactivo y podría anular al izquierdo. Esta inhibición podría verse como una especie de lesión funcional con las mismas consecuencias que las lesiones orgánicas.

Las ideas innovadoras, transformadoras, no surgen bajo presión. En estas circunstancias, la mejor manera de facilitar el pensamiento divergente es dejarlo para más tarde. Dejar que la cosa fluya libremente.

El cerebro se encarga de ir procesando el problema de un modo inconsciente y automático. Y entonces, de repente, surge el momento “Eureka”. Como a Arquímedes al meterse en la bañera y resolver el problema de la aleación de oro y plata en la corona del rey Herión. O como a Mozart que sentía sus composiciones mientras dormía.

O como a usted…porque estoy seguro que usted ha encontrado soluciones imaginativas mientras dormía, veía una película, escuchaba un concierto o paseaba. Recientes estudios indican que la fase REM del sueño (fase en la que tenemos más ensoñaciones) es clave en el proceso creativo. Kekoulé lo contaba muy bien: descubrió el anillo bencénico por analogía con serpientes enroscadas que había visto en sueños.



http://www.thoughtineuskadi.com/2009/10/el-cerebro-creativo-3-de-4/

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