lunes

Cambio de vida y de mentes

No veo ninguna política implementada en este momento que esté a la altura de la magnitud del problema del cambio climático. Muchos suponen que las tecnologías eólica, solar, térmica y otras con bajo consumo de carbono pueden reemplazar progresivamente a los combustibles fósiles. Pueden ser parte de la solución, indudablemente, pero vamos a avanzar muy poco reduciendo las emisiones a menos que podamos enfrentar el consumo. El cambio de estilo de vida, y a un nivel generalizado -en todo el mundo industrializado- es una exigencia.

En lo que se refiere a los países más pobres del mundo, la tarea es igualmente formidable o quizá más todavía. Esencialmente, hace falta un nuevo modelo de desarrollo. China, India, Brasil y otros países en desarrollo tienen derecho a aspirar a niveles de vida comparables con los del mundo desarrollado. Pero más allá de cierto punto, les resultará imposible transitar el mismo camino que siguieron los países ricos; las consecuencias destructivas en relación al cambio climático serán demasiado grandes.

Lo que hace falta es una gran cuota de pensamiento creativo, y éste deberá ser en su mayor parte social y político.

Por otra parte, son pocos los medios para asegurar que los países que firman los acuerdos internacionales realmente van a cumplir. ¿De qué sirve que los Estados acepten fijarse objetivos si no se ajustan a ellos? Una inspección regular de los avances a cargo de un organismo u organismos internacionales ayudará, pero acusar y denostar sólo tendrá efecto marginal. Deben encontrarse sanciones de mayor alcance, pese a lo difícil que resulta esta tarea ante el hecho de que los Estados custodian celosamente su soberanía.

Por último, se debe saber que los acuerdos estilo Copenhague solamente llegan hasta cierto punto. Los pactos bilaterales serán sumamente importantes, sobre todo entre China y Estados Unidos, los dos mayores contaminadores del mundo. Hay muchísimo trabajo por delante y hace falta un pensamiento novedoso.



http://www.clarin.com/diario/2009/12/15/opinion/o-02101058.htm

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