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LA SOCIEDAD DE LA CREACION

Mientras buscaba un libro (y cada vez estoy más convencida de que los de mi biblioteca tienen vida propia o al menos la capacidad de hacerse invisibles cuando más los necesito),
encontré el “Informe sobre el estado de la técnica”, un libro de Andre-Yves Portnoff y Thierry Gaudin, su título original en francés “La Revolución de la Inteligencia”, cuya primera edición es de la última década del siglo XX.
La descripción del mundo tecnológico que hacen los autores podría llegar a ser agobiante si no fuera por la advertencia inicial que es la guía de todo el análisis:

“Estamos ante un desafío formidable, pero también ante una gran esperanza: nuestro porvenir depende de nuestra capacidad de construir, dentro del respeto a nuestras personalidades y a nuestras culturas, un nuevo humanismo. La modernidad pasa por el hombre. Si no, pierde todo sentido”.

Los escritores también asistimos, quizás con un poco de asombro, a los impresionantes cambios tecnológicos que modifican la cotidianeidad y que llevan a muchas personas a preguntarse cómo era posible la vida antes de Internet. La electrónica se ha incorporado a los procesos creativos aumentando la capacidad de procesar información y agregando nuevos elementos a la comunicación. Y aunque parezca que nada está más alejado de los cálculos de los ordenadores que un cuento, una poesía o una novela, el proceso creativo es impactado por las nuevas tecnologías como en su momento lo fue por el gigantesco paso dado por la Humanidad con la invención de la imprenta.

Los autores del libro nos hablan de otras tecnologías que también impactaron en los procesos creativos literarios: uno de ellos fue la máquina de escribir, que cambió además muchos paradigmas, al permitir por ejemplo la incorporación de mujeres al mundo del trabajo y la declinación de otros oficios como el de los escribientes. Otro gran invento fue en su momento el papel carbónico, que permitía realizar hasta tres copias simultáneamente.

Para ilustrar un poco la rapidez de los cambios, habría que decir que la máquina de escribir se inventó en 1873, hace menos de ciento cincuenta años, pero hubo que esperar hasta el período entre guerras para que se creara la máquina de escribir eléctrica. El primer microprocesador apareció en 1978 y de allí al ordenador hay sólo un paso; pero lo más notable de esto es que permite la coexistencia de tres o cuatro generaciones tecnológicas…

Debemos hablar también del impacto a nivel intelectual, pues si antes de esos cambios la “inteligencia” residía en unas pocas mentes privilegiadas, actualmente la difusión y popularización de los sistemas de información y comunicación lleva a una distribución cada vez mayor de la inteligencia y el saber.

Se dice que vivimos en la “sociedad de la información”; la información lo domina todo y crea una necesidad un poco enfermiza de estar informados; sentados frente al ordenador parece imposible abstraerse de la necesidad de informarse y saber qué pasa; las redes sociales nos mantienen permanente informados acerca de lo que cada uno hace o dice a cada instante.

Pero estar informados o estar comunicados, ¿es lo mismo que estar más juntos, relacionarnos mejor socialmente, comunicar nuestros sentimientos e ideas, ser menos individualistas? Parecería que, según algunos sociólogos, la informatización de la sociedad y del hogar nos lleva hacia un mayor individualismo y en este punto vuelvo al papel central de la imaginación y las emociones en el mundo tecnificado.

Ese mundo también nació en la imaginación de sus creadores, y nos ofrece la posibilidad de recrear colectivamente el sueño de un mundo mejor, donde haya lugar para todos.

Escribearte.com



http://escrituracreativa.blog.com.es/2009/12/10/sociedad-de-creacion-7549662/

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