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Pensamiento Paralelo.

Es el término o denominación que utiliza Edward de Bono como alternativa al pensamiento occidental convencional basado en el juicio, el encasillamiento y en la dicotomía del verdadero / falso.

Dicho de una forma sencilla, significa poner unas ideas al lado de otras. Se trata de que hasta fases finales o muy avanzadas no haya choque, ni disputa, ni juicio inicial verdadero / falso. Hay, en cambio, una exploración genuina del tema, un estudio concienzudo de posibilidades.

El concepto de posibilidad es algo en lo que Edward de Bono incide continuamente:

Puede que posibilidad sea la palabra más interesante del pensamiento. El poder de la posibilidad es el responsable del progreso técnico occidental -no el sistema de controversia, que actualmente forma parte de nuestra razón de ser-. La posibilidad brinda el recurso de la hipótesis, proporciona marcos para la percepción y para ordenar ideas e información, permite la especulación, la visión. La intención del pensamiento paralelo es que, a partir de un “campo” enriquecido con posibilidades paralelas, haya un resultado, bien sea auto organizado o bien conscientemente diseñado.

En lo que a nosotros respecta, es algo bastante habitual que la única justificación para la búsqueda de alternativas sea la existencia de un problema, es más, podríamos decir que nuestro pensamiento se orienta tanto en este sentido que si algo no constituye un problema simplemente no pensamos en ello. “Si no está roto, no lo conpongas”.

En los años 80-90, en la medida en que los mercados se hacían más competitivos, se pasó del “si no está roto, no lo compongas” al “si no mejoras, no vendes”.

Afortunadamente, la cultura de la calidad hizo mella en el entorno empresarial y la máxima de “un poco más barato, más rápido y con mejor calidad” es una lógica interiorizada actualmente. Hasta aquí, el concepto de calidad se erigió en pilar fundamental de competitividad, pero en un siglo XXI en el que la calidad se presupone, esta mentalidad se está demostrando insuficiente y a veces hasta engañosa.

Engañosa porque parte del supuesto de que lo que se está haciendo es lo que hay que hacer, y de que lo único necesario es mejorarlo. No es la intención rebatir a los gurús, pero el término de innovación incremental ha podido hacer bastante daño en este sentido. Aquí la cuestión es que producir lo mismo con una calidad cada vez mejor no impulsa a producirlo de otro modo. Parece de Perogrullo pero calidad no significa “todo lo que se debe hacer”. Calidad significa realizar lo mismo, pero con mejor calidad.

Si crees que la acción brota directamente de “lo que es”, lógicamente no te preocupa el diseño de la acción. Si crees que hay que diseñar “lo que puede ser”, entonces aplicas el proceso de diseño a la acción misma.

Desarrollar capacidades para innovar implica tener un surtido mental más rico de posibilidades, modelos, metáforas, conceptos y modos de ver las cosas. Gracias a este mayor surtido de patrones, aumentamos nuestras posibilidades de generar mayor valor.

Según el profesor De Bono, La mayoría de los científicos y directivos comparten el erróneo pensamiento de que si uno analiza los datos obtendrá nuevas ideas. Analizar datos permitirá al analista seleccionar de su repertorio de viejas ideas aquellas que podrían servirle. Pero analizar datos no produce nuevas ideas. Si queremos una idea nueva tendremos que ser capaces de generarla en nuestra propia mente, con creatividad y luego compararla con datos.

Como dice José Antonio Marina, La mente humana sólo ve lo que está preparada para ver, de modo que cuando analizamos datos sólo obtenemos la idea que ya poseemos.

El análisis es fundamental, pero nos dirá lo que es. Para generar o crear hay que tratar con posibilidades. Esto puede conseguirse entre otras formas de la siguiente manera:

Cambiando los límites de la situación
Introduciendo nuevos factores
Variando los valores
Involucrando a otras personas en el proceso
Al contrario de los tópicos que se han formado con respecto al concepto de persona creativa, las dinámicas creativas se pueden y se deben aprender, enseñar y sistematizar.

El autor plantea una batería de distintas técnicas adaptables a todo tipo de colectivos que divide en 3 fases muy marcadas.

Generar provocaciones deliberadas a través de técnicas específicas: La finalidad de la provocación es desviarnos del recorrido habitual del pensamiento. A partir de la provocación avanzamos hasta encontrar un nuevo punto en el que, retrospectivamente parece ventajoso. Lo que verdaderamente importa es el modo de salir del camino establecido.
Utilizar técnicas sistemáticas para generar ideas a partir de las provocaciones.
Extraer conceptos de las ideas generadas.
Resumiendo, podríamos decir que a través del pensamiento paralelo se obtiene un resultado útil mediante el “diseño” y no mediante el “juicio”. A partir del campo de posibilidades paralelas, diseñamos nuestro camino hacia adelante.

Obviamente, esto requiere convicción, práctica y entrenamiento.




http://mik.es/blog/2010/01/08/pensamiento-paralelo/

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