Admiro profundamente a Lance Armstrong. Le admiro por lo que hizo durante sus muchos años como ciclista profesional - que incluyen siete victorias en el Tour de Francia -, le admiro por su carisma y personalidad y aún le admiro más, si cabe, por su lucha contra el cáncer. El tejano es un fuera de serie. Dicho esto, me gustaría subrayar, a título personal – y como tal se lo cuento a ustedes – que no estoy seguro de que su regreso al ciclismo haya sido lo más beneficioso para su brillante carrera deportiva.
Por supuesto que Lance está en su perfecto derecho de hacer aquello que crea oportuno; tampoco pongo en cuestión que su vuelta ha servido para revitalizar el mundo de la bicicleta porque si hay alguna figura mediática en este deporte, ese es él, sin duda. Pero no creo – repito, es una opinión personal – que el estadounidense esté para tirar cohetes.
A sus 37 años, observo que su físico dista mucho de ser el de un ciclista capaz de resistir una carrera de larga agonía como es el Giro de Italia o el Tour de Francia. En lo que al tren inferior se refiere, sigue poderoso, como siempre, aunque sus piernas se corresponden más a las de un maratoniano que a un ciclista. Pero lo peor está en su tren superior. Le veo demasiado ancho de espaldas, cuadrado como un toro… Pesado, en suma. Con franqueza, no le veo subiendo montañas un día sí y al otro, también.
Creo que su regreso se debe más a una cuestión puramente comercial que deportiva. De marketing, en fin. El tejano ha puesto en marcha la fábrica de ganar dinero – con la causa del cáncer como excusa – y los dólares no dejan de caer en su saco. Si ese dinero ha de servir para avanzar en la investigación oncológica, bienvenido sea pero en mi opinión, tal vez sea más oportuno que Armstrong utilice su propia imagen personal, su impronta y carisma y su equipo de asesores pero recorrer el mundo y conferenciar sobre esa lacra que es el cáncer y y recaudar fondos, que de eso se trata. La nota negativa es que el ciclista español Alberto Contador ha pasado a ocupar un segundo lugar en una formación, el Astana, cuyo manager general, Johan Bruyneel, está entregado al estadounidense en cuerpo y alma – al fin y al cabo, todo lo que es se lo debe a Lance -. Si el tejano continúa en el equipo, al de Pinto no le quedará otro remedio que buscarse la vida en otra formación. Será su única salida. Y Contador merece ser el jefe de filas, como ya demostró en 2007 al ganar el Tour, y el año pasado, con su victoria en el Giro. Es un fuera de serie. Nadie le puede discutir ese derecho ahora mismo. Ni siquiera Armstrong.
Por supuesto que Lance está en su perfecto derecho de hacer aquello que crea oportuno; tampoco pongo en cuestión que su vuelta ha servido para revitalizar el mundo de la bicicleta porque si hay alguna figura mediática en este deporte, ese es él, sin duda. Pero no creo – repito, es una opinión personal – que el estadounidense esté para tirar cohetes.
A sus 37 años, observo que su físico dista mucho de ser el de un ciclista capaz de resistir una carrera de larga agonía como es el Giro de Italia o el Tour de Francia. En lo que al tren inferior se refiere, sigue poderoso, como siempre, aunque sus piernas se corresponden más a las de un maratoniano que a un ciclista. Pero lo peor está en su tren superior. Le veo demasiado ancho de espaldas, cuadrado como un toro… Pesado, en suma. Con franqueza, no le veo subiendo montañas un día sí y al otro, también.
Creo que su regreso se debe más a una cuestión puramente comercial que deportiva. De marketing, en fin. El tejano ha puesto en marcha la fábrica de ganar dinero – con la causa del cáncer como excusa – y los dólares no dejan de caer en su saco. Si ese dinero ha de servir para avanzar en la investigación oncológica, bienvenido sea pero en mi opinión, tal vez sea más oportuno que Armstrong utilice su propia imagen personal, su impronta y carisma y su equipo de asesores pero recorrer el mundo y conferenciar sobre esa lacra que es el cáncer y y recaudar fondos, que de eso se trata. La nota negativa es que el ciclista español Alberto Contador ha pasado a ocupar un segundo lugar en una formación, el Astana, cuyo manager general, Johan Bruyneel, está entregado al estadounidense en cuerpo y alma – al fin y al cabo, todo lo que es se lo debe a Lance -. Si el tejano continúa en el equipo, al de Pinto no le quedará otro remedio que buscarse la vida en otra formación. Será su única salida. Y Contador merece ser el jefe de filas, como ya demostró en 2007 al ganar el Tour, y el año pasado, con su victoria en el Giro. Es un fuera de serie. Nadie le puede discutir ese derecho ahora mismo. Ni siquiera Armstrong.
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