Para obtener grandes resultados, empieza por visualizarlos con todo detalle, después actúa como si ya fueran un hecho. La vivencia anticipada marcará no sólo tus metas, sino tu personalidad y tu estilo de vida.
Actúa como un triunfador aunque no lo seas: habla, muévete, estudia, prepárate, practica, compórtate como la persona que te gustaría llegar a ser, antes de serlo. El joven que a los diecisiete años ahorra, hace negocios y lee las biografías de los millonarios del mundo, suele lograr una fortuna a los treinta y cuatro. La grandeza comienza a gestarse desde la infancia y, a partir de la juventud, se manifiesta en actitudes y hechos concretos. La vivencia anticipada es poderosa. Puede convertir a cualquier niño en líder, artista famoso, empresario, dirigente del mundo...
Etiquetas del carácter
Cuando una persona discute, es etiquetada como pendenciera. Si alguien hace trampa, lo adjetivamos como corrupto; un sólo error ocasiona tatuajes negativos. Muchos no merecen los tatuajes que les han puesto, pero se equivocaron una vez y la gente los reprobó para siempre. Lo peor es que ellos mismos lo creyeron y reforzaron el calificativo con sus actitudes.
Cuentan que los padres de un niño le decían: “Tú llegarás a ser presidente del país”. El niño creció con ese parámetro de referencia. Cuando comía y se ensuciaba la ropa, su madre cuestionaba: “¿Tú crees que un futuro presidente comería como tú lo haces?” Durante toda su vida, tomó decisiones en base a preguntas concretas: “¿Cómo haría sus tareas escolares un gobernante próximo? ¿Qué habilidades desarrollaría? ¿Qué libros leería? ¿Qué carrera estudiaría?” Así fue como, años después, llegó a ser un gran líder y presidente de su país.
Un niño debe tener a su alcance maestros que le demuestren su confianza, haciéndolo sentir que creen en él y que esperan mucho de él.
¡Te vas a caer!
Padres supersticiosos hacen hijos miedosos; padres seguros y preparados, hacen hijos grandiosos. Muchas madres se especializan en transmitir inseguridad a sus hijos vaticinándoles constantemente con voz de alarma: “Te vas a caer”, “te vas a lastimar”, “vas a perder tus cosas”, “vas a enfermar”, “se van a burlar de ti”... Usan la vivencia anticipada para endilgarles profecías de ruina. Como el cerebro es una computadora que procesa de igual manera información positiva y negativa, los niños terminan cayéndose, lastimándose, perdiendo sus cosas, enfermándose y convirtiéndose en el hazmerreír de todos. ¡Alerta! Padre, maestro: pronosticarle a un niño que le sucederá algo malo es igual a maldecirlo... ¡Nunca maldiga a un pequeño! Cuide su forma de hablar. Señale los peligros, pero jamás profetice resultados indeseados. En vez de amenazar a un niño con un: “te vas a caer” dígale: “hazlo con cuidado”. Si la situación es más grave, prevenga: “te puedes caer”, pero nunca utilice la expresión “te vas a...” Porque él se va a... lo que usted diga que se irá a...
La energía atómica puede construir o destruir; la vivencia anticipada también.
Miedo Inducido
Cuentan que un misionero evangelizaba a los negros del África mostrándoles pinturas dantescas de cómo los pecadores se consumían en las llamas del infierno. De pronto, uno de los nativos comenzó a reír y susurrar al oído de sus amigos. Todos soltaron la carcajada. El predicador preguntó: “¿Qué pasa?, ¿no les dan miedo estas imágenes?” El interprete contestó sonriendo: “Sí pero, ¿ya se fijó? ¡Todas las personas que están en el infierno, son blancas!”
Los bebés sólo nacen con dos temores: a los ruidos sorpresivos y a caer al vacío. El resto de los miedos se aprenden. Somos los padres, en nuestra incultura, quienes imponemos limitaciones a los niños. Al chico que se tropieza, su madre le dice: “¿Ya ves?, ¡por desobedecerme, Dios te castigó!” y el niño llora con verdadero terror pensando: “¿De veras Dios me castigó?” Así aprende a temer a quien debería amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario