viernes

Otra publicidad es posible


No es la primera vez que lo digo: la publicidad en Rumanía es bestial. Cualquier creativo español, en el proceso de gestación de una campaña, pasa varias veces por el momento "Qué idea tan genial se me acaba de ocurrir y qué de demandas me caerían si se me ocurre ponerla en práctica".

No nos engañemos, los publicistas españoles (y supongo que los del resto de la Europa occidental), están limitados por dos principales factores: el "ya se ha hecho" y el "no se puede hacer".

El primero se explica por el mero hecho (muy hecho, por favor) de que llevamos ya unos cuantos años haciendo publicidad y esto implica que, aunque el creativo no lo sepa, esa idea tan brillante que acaba de parir ya se le ocurrió a un alemán en el 78, a un italiano en el 83 o a un noruego en el 95. ¿Que muchas veces nadie se da cuenta y vemos campañas sorprendemente parecidas? Cierto. ¿Que alguna vez alguien observa la infeliz coincidencia y al pobre creativo lo acusan de plagio? También.

El segundo factor, a mi juicio mucho más perro que el primero, es un fenómeno algo más reciente. En Esñapa, en mi más tierna infancia, he visto anuncios que hoy levantarían ampollas (Hello, Mr. Pollas). Nos hemos vuelto muy sensibles y no hay anuncio sobre el que no planee la sombra de lo políticamente correcto. ¿Cuántos anuncios geniales hemos visto desaparecer en menos de dos telediarios porque alguna asociación de amas de casa hemofílicas, de enanos adventistas del séptimo día, de albinos criadores de avestruces o de putas zurdas pero honradas ha puesto el grito en el cielo tachándolo de ofensivo? Infinitos. O incluso alguno más.

Tras esta breve (o no tanto) perorata (pero rata de la buena), quiero presentar a los fanes de la publicidad la tierra prometida: Rumanía, Romania, Rumänien, Roumanie o, para los amigos, România.

Aquí el primer factor apenas se tiene en cuenta porque se lleva relativamente poco tiempo haciendo publicidad. Recordemos que hasta 1989, fecha en que cayó (de un mal tropiezo) la dictadura comunista, la publicidad no era precisamente un terreno muy explotado. Se producían y vendían sota, caballo y rey y, en consecuencia, no había mucho que anunciar.

¿El otro factor? ¿La hipersensibilidad? ¿Lo cualo? De eso aquí no se gasta. No es que no proteste nadie, sino que se pasan esas pataletas, como diría mi profesora de latín de 2º de BUP (sí, yo hice BUP), por el forro de los cojones. De vez en cuando algún sindicato, ONG, asociación o cualquier otro tipo de grupo sensible pone el grito en el cielo por algún anuncio, pero rara vez acaban retirándolo.

Ayer por la mañana, camino de la oficina, mis ojos se han posado (en sentido figurado, por suerte) sobre este anuncio:




Te han salvado el carnet

Se merecen por lo menos una llamada.

Se trata de una campaña de la Fundaţia Renaşterea (Fundación Renacer) para la prevención del cáncer de mama que intenta motivar a las mujeres a hacerse una mamografía para detectar esta dolencia a tiempo. Y yo me pregunto: ¿Puede una campaña dirigida al público femenino ser más machista?

Por si alguien no ha captado la alusión, el anuncio insinúa que las tetas, peras, domingas o lolas sirven para, ante un encuentro con la policía de tráfico, evitar la pérdida de puntos del carnet. No negaré que tener tetas ayuda, pero... ¡Por el amor de FSM! Para que me horrorice yo por un anuncio...

Conclusión: Me encanta este país.



http://torsimany.blogspot.com/2009/09/otra-publicidad-es-posible.html

No hay comentarios: