El genio creador y la locura se encuentran emparentados no sólo en el mito y la imaginación humanas desde tiempos ancestrales sino que también guardan entre si un extraño parentesco, ambigüo y paradójico en tanto que las pruebas de su asociación son incuestionables al mismo tiempo que sabemos que la enfermedad mental por si misma es devastadora para la creatividad.
La locura bipolar de Van Gogh, Schuman, Virginia Wolf, Silvia Plath o Emily Dickinson, la esquizofrenia de Syd Barret o Hölderlin, el trastorno esquizoafectivo de Brian Wilson de Beach Boys, la sifilis cerebral de Goya y Nietzsche, el alcoholismo de Edgar Allan Poe, la esquizotipia de Dali, la psicopatia de Caravaggio y de François Villon, por no hablar del peaje que las drogas han exigido en los músicos de rock, blues y jazz que son incontables.
Hace un tiempo planteaba esta misma cuestión en un post donde presenté las investigaciones de la Dra Nacy Andreasen sobre este mismo asunto, me refiero a un post que titulé: “Creatividad y espectro depresivo”.
En el seminario de metaformación de nuestro Hospital hemos vuelto sobre este mismo asunto y el Dr Javier Belda ha vuelto a hurgar en estas paradójicas relaciones entre la locura y la creatividad.
Las conclusiones a las que llegamos fueron las siguientes:
La creatividad es una función de la mente que parece estar relacionada con un cluster de rasgos de personalidad que podriamos llamar “caracter creativo” y cuyos rasgos ya enumerados en el post anteriormente citado pueden definirse del siguiente modo:
originalidad, la tendencia a encontrar relaciones nuevas entre las cosas.
fuerte sentimiento de identidad y propósito de expresión abrumador.
pensamiento divergente, y lateral que muchas veces enfrenta el gran tema de la dualidad en los humanos. El genio es capaz de sortear las contradicciones y las antitesis entre conceptos aparentemente opuestos gracias a una estrategia cognitiva que se denomina pensamiento divergente.
Intuición y comprensión súbita, un especie de eureka que es dificil de definir y mucho más de computar: todo parece indicar que determinadas prestaciones de la conciencia humana no son computables en términos de algoritmos tal y como sostiene Roger Penrose
Curiosidad insaciable y intereses variados: ideas, imágenes, sonidos o iconos son perseguidos activamente por la mente del creador tratando de darle forma a un caos que procede de su propio inconsciente.
Tendencia a la desobediencia y a la transgresión.
Sin embargo estamos hablando de una creatividad en estado puro, una creatividad ideal. Lo más usual es que todos estos rasgos aparezcan en mayor o menor grado tanto en los hombres de ciencia como en los artistas, sin embargo es muy poco probable que cumpliendo todos los anteriores items nos encontremos de frente con el talento genial.
Para que aparezca este talento es además necesario que existan ciertos fenómenos de conciencia que en otro lugar he llamado ENOC (estados no ordinarios de conciencia) y una necesidad abrumadora de expresión por parte del artista que es incapaz de renunciar a su mundo interior al que efectivamente se adhiere con la certeza quijotesca de un loco.
Efectivamente la enfermedad mental es devastadora para quien la sufre, pero hay que exceptuar de ellas los períodos hipo o maníacos del trastorno bipolar donde se dan seguramente las explosiones de talento más intensas en aquellos que sufren esta enfermedad.
La esquizofrenia es más invalidante que las demás formas de locura y probablemente algunas formas de locura que más atras llamé “esquizotipias” que no prejuzgan enfermedad sino tan sólo una fuerte tendencia a padecerla (el caso de Dali) pueden ser adaptativas y combinar el talento con la originalidad sin apenas defecto apreciable.
La enfermedad mental en este sentido puede considerarse un hándicap en todos los casos y el talento creador emerge a pesar de ella y no gracias a ella.
El nexo de unión entre ambas estaria relacionado con las experiencias inusuales de coniciencia que proporciona la psicosis, la intoxicación o el humor expandido.
Sin embargo la enfermedad mental no es condición necesaria para que se exprese el talento creador. El caso de Bach y su aburrida vida funcionarial es un caso que parece desmentir a todos los demás.
Vale la pena oir de nuevo este genial “Shine on your crazy diamonds” (SYD) dedicado a todos los que como Syd Barret no pudieron llevar adelante su plan creador por la intromisión brutal de una enfermedad devastadora como la esquizofrenia.
http://pacotraver.wordpress.com/2009/10/01/genio-y-locura/
La locura bipolar de Van Gogh, Schuman, Virginia Wolf, Silvia Plath o Emily Dickinson, la esquizofrenia de Syd Barret o Hölderlin, el trastorno esquizoafectivo de Brian Wilson de Beach Boys, la sifilis cerebral de Goya y Nietzsche, el alcoholismo de Edgar Allan Poe, la esquizotipia de Dali, la psicopatia de Caravaggio y de François Villon, por no hablar del peaje que las drogas han exigido en los músicos de rock, blues y jazz que son incontables.
Hace un tiempo planteaba esta misma cuestión en un post donde presenté las investigaciones de la Dra Nacy Andreasen sobre este mismo asunto, me refiero a un post que titulé: “Creatividad y espectro depresivo”.
En el seminario de metaformación de nuestro Hospital hemos vuelto sobre este mismo asunto y el Dr Javier Belda ha vuelto a hurgar en estas paradójicas relaciones entre la locura y la creatividad.
Las conclusiones a las que llegamos fueron las siguientes:
La creatividad es una función de la mente que parece estar relacionada con un cluster de rasgos de personalidad que podriamos llamar “caracter creativo” y cuyos rasgos ya enumerados en el post anteriormente citado pueden definirse del siguiente modo:
originalidad, la tendencia a encontrar relaciones nuevas entre las cosas.
fuerte sentimiento de identidad y propósito de expresión abrumador.
pensamiento divergente, y lateral que muchas veces enfrenta el gran tema de la dualidad en los humanos. El genio es capaz de sortear las contradicciones y las antitesis entre conceptos aparentemente opuestos gracias a una estrategia cognitiva que se denomina pensamiento divergente.
Intuición y comprensión súbita, un especie de eureka que es dificil de definir y mucho más de computar: todo parece indicar que determinadas prestaciones de la conciencia humana no son computables en términos de algoritmos tal y como sostiene Roger Penrose
Curiosidad insaciable y intereses variados: ideas, imágenes, sonidos o iconos son perseguidos activamente por la mente del creador tratando de darle forma a un caos que procede de su propio inconsciente.
Tendencia a la desobediencia y a la transgresión.
Sin embargo estamos hablando de una creatividad en estado puro, una creatividad ideal. Lo más usual es que todos estos rasgos aparezcan en mayor o menor grado tanto en los hombres de ciencia como en los artistas, sin embargo es muy poco probable que cumpliendo todos los anteriores items nos encontremos de frente con el talento genial.
Para que aparezca este talento es además necesario que existan ciertos fenómenos de conciencia que en otro lugar he llamado ENOC (estados no ordinarios de conciencia) y una necesidad abrumadora de expresión por parte del artista que es incapaz de renunciar a su mundo interior al que efectivamente se adhiere con la certeza quijotesca de un loco.
Efectivamente la enfermedad mental es devastadora para quien la sufre, pero hay que exceptuar de ellas los períodos hipo o maníacos del trastorno bipolar donde se dan seguramente las explosiones de talento más intensas en aquellos que sufren esta enfermedad.
La esquizofrenia es más invalidante que las demás formas de locura y probablemente algunas formas de locura que más atras llamé “esquizotipias” que no prejuzgan enfermedad sino tan sólo una fuerte tendencia a padecerla (el caso de Dali) pueden ser adaptativas y combinar el talento con la originalidad sin apenas defecto apreciable.
La enfermedad mental en este sentido puede considerarse un hándicap en todos los casos y el talento creador emerge a pesar de ella y no gracias a ella.
El nexo de unión entre ambas estaria relacionado con las experiencias inusuales de coniciencia que proporciona la psicosis, la intoxicación o el humor expandido.
Sin embargo la enfermedad mental no es condición necesaria para que se exprese el talento creador. El caso de Bach y su aburrida vida funcionarial es un caso que parece desmentir a todos los demás.
Vale la pena oir de nuevo este genial “Shine on your crazy diamonds” (SYD) dedicado a todos los que como Syd Barret no pudieron llevar adelante su plan creador por la intromisión brutal de una enfermedad devastadora como la esquizofrenia.
http://pacotraver.wordpress.com/2009/10/01/genio-y-locura/
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