miércoles

APRENDA A VER- Visión Mental

Lo que vemos es siempre una interpretación de la mente. Tenemos que adiestrar a la mente a interpretar lo que vemos.» visión mental
George W. Campbell era ciego de nacimiento. «Cataratas congénitas», dijo el médico.
El padre de George miró al especialista sin poder creerlo. «¿No hay nada que pueda usted hacer? ¿No sería útil operarle?»
«No -contestó el médico-. De momento, no se conoce ningún remedio para tratar esta afección.» George Campbell no podía ver, pero el cariño y la fe de sus padres enriquecieron su vida. De pequeño no supo que le faltaba algo.
Cuando George contaba seis años, ocurrió algo que él no pudo entender. Una tarde estaba jugando con otro niño, quien, olvidando que George era ciego, le lanzó una pelota. « ¡Mira!¡Te va a alcanzar!»
La pelota alcanzó a George... y nada en su vida fue igual después de aquello. George no sufrió daño, pero se quedó muy perplejo. Más tarde le preguntó a la madre: «¿Cómo podía saber Bill lo que iba a ocurrirme antes de que yo lo supiera?».
Su madre lanzó un suspiro porque había llegado el momento que ella tanto temía. Ahora era necesario que le dijera a su hijo por primera vez: «Eres ciego». He aquí cómo lo hizo:
«Siéntate, George -dijo suavemente mientras se inclinaba y tomaba una de sus manos-. Es posible que no sepa describírtelo y es posible que tú no puedas comprenderlo, pero deja que intente explicártelo de esta manera.» Tomó con cariño una de sus manitas entre las suyas y empezó a contarle los dedos.
«Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Estos dedos son similares a lo que se conoce como los cinco sentidos - tomó cada uno de los dedos entre su índice y su pulgar mientras seguía su explicación-. Este dedito es para oír; este dedito es para tocar; este dedito es para oler; éste es para gustar -y aquí vaciló antes de proseguir-; y este dedito es para ver. Cada uno de los cinco sentidos, al igual que cada uno de los cinco dedos, envía mensajes a tu cerebro.»
Entonces dobló el dedito correspondiente a la «vista» y lo mantuvo apoyado contra la palma de la mano de George.
«George, tú eres distinto a los demás niños -le explicó- porque sólo gozas del uso de cuatro sentidos, como los cuatro dedos: uno para oír, dos para tocar, tres para oler y cuatro para gustar. Pero no tienes la posibilidad de usar tu sentido de la vista. Ahora quiero mostrarte algo. Levántate», le dijo suavemente.
George se levantó. Su madre tomó la pelota. «Ahora extiende la mano como si fueras a tomarla», le dijo. George extendió las manos y, al cabo de un momento, percibió que la dura pelota golpeaba sus dedos. Los cerró con fuerza a su alrededor y la agarró.
«Muy bien, muy bien -dijo su madre-. No quiero que olvides jamás lo que acabas de hacer. Puedes agarrar la pelota con cuatro dedos en lugar de cinco, George. También puedes afrontar la vida, superarte y ser feliz con cuatro sentidos en lugar de cinco... si logras afianzarte y lo sigues intentando.»
La madre de George había utilizado una metáfora, y esta figura retórica tan sencilla es uno de los méto- dos más rápidos y eficaces de comunicación de ideas entre las personas.
George jamás olvidó el símbolo de los «cuatro dedos en lugar de cinco». Fue para él el símbolo de la esperanza. Y siempre que se desanimaba a causa de su carencia, utilizaba el símbolo como factor de automotivación. Ello se convirtió para él en una forma de autosugestión. Repetía a menudo: «Cuatro dedos en lugar de cinco». Y, en momentos de necesidad, la expresión surgía de su subconciente y afloraba a su conciencia. Descubrió, además, que su madre tenía razón. Pudo afrontar la vida y superarse con el uso de los cuatro sentidos que tenía.
Sin embargo, la historia de George Campbell no acaba aquí.
En pleno curso de escuela secundaria inferior, el muchacho cayó enfermo y tuvo que ingresar en el hos- pital. Durante su convalecencia, su padre le facilitó la información de que la ciencia había desarrollado un tratamiento para las cataratas congénitas. Como es natural, cabía la posibilidad de un fracaso, pero... las posibilidades de éxito superaban con mucho a las del fracaso.
George deseaba tanto poder ver, que estaba dispuesto a correr el riesgo.
En el transcurso de los seis meses siguientes, fue sometido a cuatro delicadas operaciones quirúrgicas... dos en cada ojo. Se pasó varios días en una habitación de hospital medio a oscuras, con vendas en los ojos.
Al final llegó el día en que iban a retirarle las vendas. Poco a poco y con cuidado el médico fue desenrrollando la venda de gasa que rodeaba la cabeza y cubría los ojos de George. Había sólo una luz borrosa. George Campbell estaba todavía técnicamente ciego!
Por un terrible momento, permaneció tendido, pensando. Y entonces o al médico moviéndose junto a layó cama. Le estaban colocando algo sobre los ojos. «¿Puedes ver ahora?», preguntó el médico.
George levantó ligeramente la cabeza de la almohada. La luz borrosa se convirtió en color y el color en una forma, una figura.
« ¡George ! », dijo una voz. Reconoció la voz. Era la de su madre.
Por primera vez en sus dieciocho años de vida, George Campbell veía a su madre. Tenía los ojos cansados, un rostro arrugado de sesenta y dos años y unas manos nudosas y deformadas. Pero para George era extraordinariamente hermosa.
Para él... era un ángel. Los años de esfuerzo y paciencia, los años de enseñanza y esperanzas, los años de ser «los ojos» a través de los que él veía, el amor y el afecto: eso fue lo que George vio.
Aún hoy sigue recordando con cariño su primera imagen visual: la contemplación de su madre. Y, como
usted verá, aquella primera experiencia le hizo valorar el sentido de la vista.
«Ninguno de nosotros puede comprender el milagro de la vista -dice-, a menos que haya tenido que apañárselas sin ella.»
LA VISIÓN ES UN PROCESO APRENDIDO. Pero George aprendió también algo que es muy útil para cualquier persona que se interese por el estudio de la AMP. Jamás olvidará el día en que vio a su madre de pie a su lado en su habitación de hospital sin saber quién era -o qué era- hasta que la oyó hablar. «Lo que vemos -señala George- es siempre una interpretación de la mente. Tenemos que adiestrar a la mente a interpretar lo que vemos.»
Esta observación está respaldada por la ciencia. "Buena parte del proceso de la visión no tiene lugar gracias a los ojos -dice el doctor Samuel Renshaw al describir el proceso mental de la visión-. Los ojos actúan como manos que se extienden "hacia afuera" y apresan "cosas" carentes de significado, transmitiéndolas al cerebro.
Entonces entrega las "cosas" a la memoria. Vemos algo sólo cuando el cerebro lo interpreta en términos de acción comparativa.»
Algunos de nosotros andamos por la vida «viendo» muy pocas cosas del poder y la gloria que nos rodean.
No filtramos adecuadamente la información que nuestros ojos nos facilitan a través de los procesos mentales del cerebro. Como consecuencia de ello, a menudo contemplamos cosas sin verlas realmente. Recibimos impresiones físicas sin captar lo que significan para nosotros. En otras palabras, no adoptamos una AMP en relación con las impresiones que nos envía nuestro cerebro.
¿Ha llegado la hora de someter a examen su visión mental? Su visión física, no... eso es cosa de los mé- dicos especialistas. Sin embargo, la visión mental, al igual que la física, puede deformarse. Cuando ello ocurre, puede usted tropezar con toda una bruma de falsos conceptos... golpeándose y lastimándose a sí mismo y a otros innecesariamente.
Las debilidades físicas más comunes de la vista son los dos extremos contrarios: la miopía y la presbicia ("vista cansada»). Éstas son también las principales deformaciones de la visión mental.
La persona que es mentalmente miope es muy probable que pase por alto los objetos y las posibilidades lejanas. Sólo presta atención a los problemas inmediatos y está ciega ante las oportunidades que podría aprovechar si pensara y planificara con vistas al futuro. Es usted miope si no elabora planes, ni se fija objetivos ni pone los cimientos del futuro.
Por otra parte, la persona mentalmente présbita es muy probable que pase por alto las posibilidades que tiene delante. No ve las oportunidades que tiene a mano. Sólo ve un mundo de sueños del futuro, sin relación con el presente. Quiere empezar por arriba, en lugar de ir subiendo poco a poco... y no comprende que la única tarea que se puede empezar por arriba es la tarea de cavar un hoyo.
MIRARON Y COMPRENDIERON LO QUE VEÍAN. Por consiguiente, en el transcurso del proceso de aprender a ver, deberá usted desarrollar tanto su visión de cerca como su visión de lejos. Las ventajas del hombre que sabe ver lo que tiene delante son enormes. Durante años, la población de la pequeña localidad de Darby, en Montana, había contemplado lo que llamaban la Montaña de Cristal. La montaña había recibido este nombre porque la erosión había dejado al descubierto un saliente de cristal ligeramente brillante que parecía sal gema. Ya en 1937 se había construido un camino de mulos justo sobre aquel saliente. Pero hasta 1951 - catorce años más tarde- no hubo nadie que se tomara la molestia de agacharse, tomar un fragmento de aquella centelleante materia y examinarlo detenidamente.
Aquel año de 1951, dos hombres de Darby, el señor A. E. Cumley y el señor L. I. Thompson, vieron una exposición de minerales en la ciudad. Thompson y Cumley denunciaron la existencia de la mina en la Montaña de Cristal. Thompson envió una muestra del mineral a la Oficina de Minas de Spokane, junto con la petición de que se enviara a un técnico para que examinara un «depósito muy grande» de mineral. Más adelante, aquel mismo año, la Oficina de Minas envió una apisonadora a la montaña y excavó lo suficiente como para poder asegurar que allí había efectivamente uno de los mayores depósitos del mundo del tan valioso berilo. Hoy en día grandes excavadoras ascienden trabajosamente a la montaña y vuelven a bajar cargadas con el metal muy pesado mientras al pie de la montaña, esperando prácticamente con billetes de dólares en las manos, se encuentran representantes de la Steel Company de los Estados Unidos y del Gobierno de los Estados Unidos, todos ellos deseosos de adquirir el preciado mineral. Todo porque un día dos jóvenes no sólo vieron con sus ojos sino que, además, se tomaron la molestia de ver con sus mentes. Hoy en día, aquellos hombres llevan camino de convertirse en multimillonarios.
Una persona mentalmente présbita no hubiera podido hacer lo que Thompson y Cumley hicieron... si su visión mental hubiera estado deformada. Porque es el hombre que sólo puede ver los valores lejanos sin percatarse de las ventajas que tiene delante. ¿Se encuentra la fortuna en el umbral de su casa? Mire a su alrededor. Cuando se dedica a sus tareas cotidianas, ¿tropieza con algunas pequeñas áreas de irritación? Tal vez pueda ocurrírsele algún medio de superarlas... un medio que sea útil no sólo para usted sino también para los demás. Muchos hombres han ganado fortunas dedicándose a satisfacer sencillas necesidades. Es lo que le sucedió al hombre que inventó la horquilla de presión para fijar el cabello y al que ideó el sujetapapeles, así como al creador de la cremallera corriente. Mire a su alrededor. Aprenda a ver. Tal vez encuentre hectáreas de diamantes en su propio patio de atrás.
No obstante, la miopía mental puede constituir un problema tan grande como la presbicia mental. El hombre que tiene este problema sólo ve lo que tiene ante sus narices, sin prestar atención a las posibilidades lejanas.
Es el hombre que no comprende la fuerza de un plan. No comprende el valor de la reflexión. Está tan ocupado con las dificultades inmediatas que no permite que su mente busque en la lejanía nuevas oportunidades y tendencias y se forje una imagen de conjunto.

El hecho de poder ver el futuro es uno de los más espectaculares logros d cerebro humano. Allá enel pleno cinturón de agrios de Florida hay una pequeña ciudad llamada Winter Haven. La campiña circundan- te está dedicada a tierras de labranza. Casi todo el mundo la consideraría una zona inadecuada para la atracción turística. No tiene playa ni montañas, tan sólo muchos kilómetros de suaves laderas con peque- ños lagos y pantanos de cipreses en los valles.
Sin embargo, a aquella zona acudió un hombre que «vio» aquellos pantanos de cipreses con una visión que otros no habían utilizado. Se llamaba Richard Pope. Dick Pope adquirió una de aquellas viejas lagunas de cipreses, la cercó con una valla y ha rechazado ofertas de por lo menos un millón de dólares por los mundialmente famosos Jardines de los Cipreses.
Como es natural, no fue tan sencillo como puede parecer. A lo largo de todo el camino, Dick Pope tuvo que «ver» oportunidades en su situación.

Hubo, por ejemplo, la cuestión de la publicidad. Pope sabía que sólo podría atraer a la gente hasta aquel aislado lugar mediante una gran campaña de publicidad. Pero los anuncios cuestan dinero. Por con- siguiente, lo que hizo Dick Pope fue muy sencillo. Se dedicó al negocio de la fotografía popular. Instaló un comercio de suministros fotográficos en los Jardines de los Cipreses, vendió rollos de películas a los visitantes y luego les enseñó cómo obtener espectaculares fotografías de los Jardines. Contrató después los servicios de experimentados esquiadores acuáticos. Les hacía realizar complejas actuaciones mientras por los altavoces indicaba al público de qué manera tenía que ajustar sus cámaras para captar el espectáculo. Y después, cuando aquellos visitantes regresaban a sus casas, las mejores fotografías de sus viajes eran siempre las correspondientes a los Jardines de los Cipreses. Ello le proporcionó a Dick Pope la mejor publicidad que puede haber: ¡la de las recomendaciones de palabra con la ayuda de fotografías!
Ésta es la clase de visión creativa que todos debernos desarrollar. Necesitamos aprender a contemplar nuestro mundo con ojos nuevos... viendo las oportunidades que se encuentran a nuestro alrededor, mi- rando simultáneamente hacia el futuro en busca de las posibilidades que pueda encerrar. La visión es una facultad que se aprende. Pero, al igual que todas las facultades, hay que ejercitarla.

VEA LAS APTITUDES, CAPACIDADES Y PUNTOS DE VISTA DE OTRA PERSONA. Tal vez creamos conocer nuestras aptitudes; y, sin embargo, es posible que también nosotros estemos ciegos. Ilustrémoslo con el ejemplo de una maestra que necesitaba que le arreglaran la vista. Era miope y présbita al mismo tiempo, porque no podía ver ni las aptitudes presentes ni las futuras de sus alumnos y tampoco sus puntos de vista.
Todo el mundo -tanto los grandes hombres como los menos grandes- tiene que tener un punto de par- tida. Las personas no nacen brillantes y con éxito. En realidad, algunos de nuestros más grandes hombres fueron considerados bastante estúpidos en algún período de su vida. Sólo cuando adquirieron una Actitud Mental Positiva y aprendieron a comprender sus aptitudes, fijándose objetivos concretos, empezaron a as- cender hacia el éxito. Pero hubo un joven en particular a quien sus profesores consideraban «un zopenco estúpido y necio».
El joven se sentaba y dibujaba figuras en su cartapacio. Miraba a su alrededor y escuchaba a todo el mundo. Hacía «preguntas imposibles», pero se negaba a revelar lo que sabía, incluso bajo la amenaza de un castigo. Los niños le llamaban «zoquete» y él se sentaba generalmente al fondo de la clase.

Aquel niño era Thomas Alva Edison. Se sentirá usted inspirado cuando lea la historia de la vida de este hombre. Asistió a la escuela primaria durante un período total de menos de tres meses. La maestra y sus compañeros de escuela le decían que era un estúpido. Y, sin embargo, se convirtió en un hombre instruido cuando un incidente le indujo a cambiar su talismán de la cara de la AMN a la de la AMP. Se convirtió en una persona dotada y en un gran inventor.
¿Cuál fue el incidente? ¿Qué ocurrió en la vida de Edison para que éste cambiara totalmente de actitud? Le dijo a su madre que había oído que la maestra le decía al inspector de la escuela que él era «tonto» y que no merecería la pena llevarle por más tiempo a la escuela. Su madre se dirigió con él a la escuela y gritó con toda su furia que su hijo Thomas Alva Edison tenia más talento que la maestra y el inspector.
Edison decía que su madre había sido el paladín más entusiasta que jamás hubiera podido tener un muchacho. Y, a partir de aquel día, se convirtió en un niño distinto. «Ejerció sobre mí una influencia que ha perdurado a lo largo de toda mi vida -dijo-. Jamás podré perder los beneficiosos efectos de sus enseñanzas iniciales. Mi madre fue siempre cariñosa, siempre comprensiva y jamás me interpretó o me juzgó erróneamente.» La fe de su madre le indujo a verse a sí mismo bajo una luz totalmente distinta. Le indujo a cambiar su talismán por la cara de la AMP y a adoptar una Actitud Mental Positiva en relación con los estudios y el aprendizaje. Esta actitud enseñó a Edison a ver las cosas con un más profundo discernimiento mental y le permitió comprender y desarrollar inventos beneficiosos para la humanidad. Tal vez la maestra no lo vio porque no estaba genuinamente interesada en ayudar al muchacho. Su madre sí lo estaba.

La gente muestra tendencia a ver lo que quiere ver.
Oír no presupone necesariamente atención o aplicación. El hecho de escuchar presupone siempre ambas cosas. A lo largo de La actitud mental positiva: un camino hacia el éxito, le instamos a que escuche el mensaje. Ello quiere decir: ver de qué manera puede usted relacionar con su propia vida el principio contenido en la siguiente experiencia:
El doctor Roy Plunkett, químico de la DuPont, llevó a cabo un experimento y fracasó. Al abrir el tubo de ensayo una vez finalizado el experimento, observó que éste no contenía aparentemente nada. Sintió cu- riosidad y se preguntó: «¿Por qué?». No tiró el tubo tal como otros hubieran podido hacer en circunstancias parecidas. En su lugar, lo pesó. Y, para su asombro, pesaba más que un tubo de análoga factura y seño. Una vez más, el doctor Plunkett se preguntó: ¿Por qué?».
Mientras buscaba la respuesta a sus preguntas, descubrió aquel maravilloso plástico transparente llamado tetrafluoruroetileno, comúnmente conocido como “Ron”. Durante la guerra de Corea, el Gobierno de los Estados Unidos firmó un contrato con la DuPont a cambio de toda su producción.
Cuando haya algo que no entienda pregúntese: ¿Por qué? Examínelo más de cerca. Es posible que haga un gran descubrimiento.

HÁGASE PREGUNTAS. El hecho de hacerse preguntas a sí mismo o de hacérselas a los demás sobre las cosas que le desconciertan puede beneficiarle grandemente. Este procedimiento condujo a uno de los más grandes descubrimientos científicos del mundo.
Un joven inglés que estaba pasando las vacaciones en la propiedad de su abuela se encontraba descansando y reflexionando, con la espalda apoyada en el tronco de un manzano. Una manzana cayó al suelo. joven era estudiante de matemáticas superiores. «¿Por qué cae la manzana al suelo? -se preguntó-. ¿Atrae la tierra a la manzana? ¿Atrae la manzana a la tierra? ¿Se atraen mutuamente la una a la otra? ¿A qué principio universal obedece este hecho?»
Isaac Newton utilizó su capacidad de reflexión e hizo un descubrimiento. Ver mentalmente es pensar. Halló las respuestas que estaba buscando; la tierra y la manzana se atraían mutuamente y la ley de la atracción de las masas es aplicable a todo el universo. Newton descubrió la ley de la gravitación universal porque era observador y buscó las respuestas a algo que había observado. Otro hombre, gracias a su capacidad de observación y al hecho de haber obrado según lo que había observado, encontró la riqueza y la felicidad. Newton se hizo preguntas. El otro hombre buscó el consejo de los expertos.

SE HIZO RICO PORQUE ACEPTÓ UN CONSEJO. En 1896, en Toba, Japón, cuando contaba tan sólo once años de edad, Kokichi Mikimoto se hizo cargo del negocio de tallarines que tenía su padre en el pueblo. Su padre había contraído una enfermedad que le impedía trabajar. El muchacho tenía que mantener a seis hermanos, tres hermanas y sus padres. Aparte de elaborar diariamente los tallarines, el joven Mikimoto tenía que venderlos. Y resultó ser un buen vendedor. Mikimoto había recibido previamente instrucción de un samurai, el cual le había enseñado:
La ejemplificación de la verdadera fe consiste en actos de amabilidad y amor para con los propios semejantes, no en simples plegarias formales pronunciadas rutinariamente.
Y con esta filosofía básica de una AMP y una acción positiva, Mikimoto se convirtió en un hacedor. Adquirió la costumbre de convertir las ideas en realidad.
A la edad de veinte años, se enamoró de la hija de un samurai. El joven sabía que su futuro suegro no aprobaría la boda de su hija con un fabricante de tallarines. Por consiguiente, se sintió impulsado a adaptarse a aquella fuerza. Cambió de ocupación y se convirtió en mercader de perlas.
Al igual que muchas personas que alcanzan el éxito en cualquier lugar del mundo, Mikimoto andaba constantemente buscando conocimientos concretos capaces de serle útiles en su nueva actividad. Al igual que los grandes industriales de nuestra época, buscó ayuda en la universidad. El profesor Yoshikichi Mizukuri le habló a Mikimoto de una teoría de las leyes de la naturaleza que jamás había sido demostrada.
El profesor le dijo: «Una perla se desarrolla en una ostra cuando se introduce en la ostra un objeto extraño como, por ejemplo, un grano de arena. Si el objeto extraño no mata a la ostra, la naturaleza cubre el objeto con la misma secreción que forma el nácar en el revestimiento interior de la concha de la ostra».
¡Mikimoto se entusiasmó! Estaba deseando hallar la respuesta a la pregunta que él mismo se había hecho: «¿Podré obtener perlas, introduciendo deliberadamente un diminuto objeto extraño en la ostra y dejando que la naturaleza siga su curso?».
Tras haber aprendido a ver, convirtió una teoría en una acción positiva.
Mikimoto aprendió a ver gracias al profesor universitario. Y posteriormente utilizó la fuerza de su imaginación.
Se entregó a una reflexión creativa. Utilizó el razonamiento deductivo. Llegó a la conclusión de que, si las perlas se formaban tan sólo cuando un objeto extraño entraba en una ostra, él podría crear perlas ateniéndose a las leyes naturales. Podría introducir objetos extraños en las ostras y obligarlas a producir perlas. Aprendió a observar y actuar y se convirtió en un hombre de éxito.
Un estudio de la vida de Mikimoto revela que éste utilizó los 17 principios del éxito. Porque los conocimientos no bastan para alcanzar el éxito. Ello se consigue mediante la aplicación de los conocimientos.
¡Acción!

Muchas de las ideas que se nos ocurren cuando aprendemos a ver con ojos nuevos se les antojan atrevidas a los demás. Estas ideas, o bien nos pueden asustar o, en caso de que las pongamos en práctica, pueden permitirnos ganar fortunas. He aquí otra historia verdadera relacionada con las perlas. Esta vez, el héroe fue un joven norteamericano llamado Joseph Goldstone, quien vendía joyas de puerta en puerta a los granjeros de lowa.
Un día, en pleno auge de la Depresión, se enteró de que los japoneses estaban produciendo hermosas perlas cultivadas. ¡Aquello era de calidad y se podía vender a un precio muy inferior al de las perlas naturales!
Joe «vio» una gran oportunidad. A pesar de hallarse en medio de la Depresión económica, él y su esposa Esther vendieron cuanto tenían y se trasladaron a Tokio. Llegaron al Japón con menos de 1.000 dólares... pero tenían sus planes y grandes cantidades de AMP. Consiguieron una entrevista con el señor K. Kitamura, presidente de la Asociación de Comerciantes de Perlas del Japón. Joe apuntaba alto. Le expuso al señor Kitamura su plan para la comercialización de las perlas cultivadas japonesas en los Estados Unidos y le pidió un crédito inicial de 100.000 dólares en perlas. Era una suma fabulosa, sobre todo en aquel período de la Depresión. No obstante, al cabo de varios días, el señor Kitamura se mostró de acuerdo.
Las perlas se vendieron muy bien. Los Goldstone llevaban camino de hacerse ricos. Algunos años más tarde, decidieron crear su propio cultivo de perlas, cosa que hicieron con la ayuda del señor Kitamura Una vez más, «vieron» una oportunidad donde otros no habían visto nada. La experiencia demostraba que el índice de mortandad de las ostras en las que se introducía artificialmente un objeto extraño era superior a un 50 por ciento.
«¿Cómo podemos eliminar esta pérdida tan grande?», se preguntaron.
Tras realizar numerosos estudios, los Goldstone empezaron a aplicar a las ostras los métodos empleados en las habitaciones de los hospitales. El exterior de las conchas se rascaba y se frotaba para reducir el peligro de infección de la ostra. El «cirujano» utilizaba un líquido anestésico que relajaba a la ostra. Después introducía en cada ostra una diminuta bolita que sería el núcleo de la perla que se iba a formar. La incisión se practicaba con un escalpelo esterilizado. Después la ostra se colocaba en una jaula y la jaula se sumergía de nuevo en el agua. Cada cuatro meses, se izaban las jaulas y se sometía a las ostras a un control. Gracias a estas técnicas, las ostras sobrevivieron en un 90 por ciento, produjeron perlas y los Goldstone llegaron a amasar una fabulosa fortuna.
Vemos una y otra vez de qué manera los hombres y las mujeres han alcanzado el éxito, tras aprender a aplicar la percepción mental. La capacidad de ver es algo más que el proceso físico de captar los rayos de luz a través de la retina del ojo. Es la capacidad de interpretar lo que se ve y de aplicar la interpretación a la propia vida y a las vidas de los demás.
El hecho de aprender a ver le permitirá descubrir oportunidades en cuya existencia jamás hubiera soñado. No obstante, para alcanzar el éxito a través de una AMP, se necesita algo más que el aprendizaje de la percepción mental. Tiene usted que aprender también a poner en práctica lo que aprenda. La acción es im- portante porque con la acción se consigue sacar adelante las cosas.



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