Este era el título del mensaje que llegó hace unos días a mi casilla de correo electrónico y que, textualmente, decía:
¿Siente que sus esfuerzos de PR están dentro del "promedio"? ¿Quiere empezar a ejecutar estrategias que impresionen a sus pares? Entonces únase a nosotros del 25 al 27 de septiembre en Washington D.C., para un evento que convertirá todo el PR que haga en oro....
Entre las maravillas que proponía este mágico seminario se encontraban promesas tan disparatadas como "la fórmula para convertirse en el mejor amigo de un periodista", "tomar control de una entrevista cuando se ha dicho algo equivocado", "llamar la atención de un periodista o blogger en cualquier momento en solo dos pasos".
Ya con algunos años y cierta experiencia puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que luego de los dos días los incautos asistentes habrán recibido una serie de herramientas que de poco o nada les servirán en el día a día; al menos, triste consuelo, conocerán Washington (claro, luego de pagar boletos, alojamiento, comidas, el imán recordatorio para la refri y, por supuesto, los casi mil dólares por inscripción).
A nivel local recuerdo haber asistido hace un tiempo a uno de los más importantes encuentros de profesionales de la comunicación de la región; el programa era el mismo de siempre: reputación, identidad, imagen, manejo de crisis, medios digitales y la consabida experiencia exitosa de herramientas de medición. El comentario final de todos era el mismo: estos encuentros sirven para intercambiar tarjetas, hacer negocios, ver quién está haciendo qué, chismosear y el consabido networking durante el almuerzo y el café. Nada más.
Lo cierto es que, en general, el negocio de la comunicación corporativa carece aún de un marco teórico y una profesionalización que asegure buenas prácticas. Como comentaba hace unos días con un economista, que me pedía le explicará el core de nuestro día a día, hay ciertas disciplinas donde los procesos son y deben ser certeros; ¿o acaso cuando un cirujano opera se arriesga a que el resultado del procedimiento esté sujeto a los vaivenes de la opinión pública o la agenda periodística del día?
Lamentablemente, subsiste la equivocada creencia de que, ya que la comunicación es una facultad inherente al ser humano, todos podemos estructurar procesos de comunicación estratégica; nada más lejos de la verdad. Lamentablemente, en muchos casos nosotros mismo somos culpables de reforzar este prejuicio.
Y aquí es donde quiero llamar la atención de un tema fundamental: cada vez aparecen más vendedores de humo que, supuestamente con grandes técnicas, solucionarán nuestra vida.
Frente a ello nos tocan algunas tareas: la primero es que cada uno de nosotros deber hacer pedagogía; es decir, explicar a nuestros jefes y clientes que en comunicaciones 2+2 no siempre es 4, sino que puede ser 5, 25 ó 3.1416; sepamos que trabajamos diariamente con una serie de variables fuera de nuestro control y aprendamos a controlarlas.
Ello, antes de eximirnos de cualquier responsabilidad si nuestro trabajo no ofrece resultados, nos pone frente a una tarea aún mayor: la de generar procesos de planeamiento estratégico que aseguren lo más posible los resultados esperados. ¿Aburrido, no es cierto? Pues si queremos que nos empiecen a tomar en serio más nos vale empezar ya y eso es algo que machaco en todas las clases a mis alumnos, quienes, si leen esto deben estar imaginando mi cara y el tono de mi voz.
Y aquí un punto adicional: revisando la oferta educativa local nos encontramos con que toda propuesta de especialización es más de lo mismo; maestrías o diplomados no son más que una revisión de aquello que aprendimos en la universidad o en la cancha. Nadie ofrece las herramientas para construir el "segundo piso" de nuestra carrera.
¿Cómo debe ser este?
Pues aquel donde podamos generar negocios a partir de la comunicación. Lo más seguro es que todos nosotros, comunicadores, al ver que la currícula de un MBA nos obliga a llevar cursos como Estadística o Matemática Financiera huyamos despavoridos (que levante la mano quien pasó Mate I a la primera); pero lo cierto es que, cada vez más, se nos hace indispensable aprender cómo estructurar una empresa y hacer dinero de nuestro talento.
Un talento que, a pesar de lo que muchos creen, requiere de ser pulido a través de los años de experiencia, pero también de la investigación, la formación de marcos teóricos y el convencernos que no existen las fórmulas mágicas que convertirán nuestros esfuerzos en oro.
Y en esta tarea, antes que al rey Midas o a Superman, necesitamos disciplina y compromiso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario