miércoles

La clase baja digital

El "consumariat" es lo que la mayoría de los usuarios online es hoy en día. Una población más educada que sus padres y abuelos, más sofisticada en cuanto a las tecnologías a las que tiene acceso y más global en su consumo y en sus contactos gracias a esas mismas tecnologías,


Pero "consumariat" significa consumidor proletario (CONSUMer proletARIAT) o en otras palabras, las nuevas clases bajas del mundo digital.

El termino ha sido acuñado porAlexander Bard,investigador y sociólogo de Internet y profesor delStockholm School of Economics. Su libro The Futurica Trilogy escrito junto con Jan Söderqvist fue desarrollado  entre fines de los años 90 e inicios del 2000 y ha predicho, con sorprendente precisión, fenómenos online como Wikileaks, Google, Facebook y Al Qaeda. Sin embargo, sus conceptos más útiles e interesantes son los que describen las nuevas clases sociales que internet va moldeando.


El "consumariat" es aquel que tiene acceso a Internet y a las nuevas tecnologías. Es aquel que tiene "amigos" online por todo el mundo y que puede acceder a cantidades abundantes de contenido online. Suele pertenecer a clases sociales con cierta capacidad de consumo lo que lo aproxima a las clases emergentes o medias.

Pero mientras sus abuelos vivían engrilletados figurativamente a una línea de montaje o a un trabajo manual, los "consumariat" son esclavos engrilletados a un teclado. Mientras sus padres usaban la radio y la TV para escapar de una vida de consumo monótono propio de las clases medias, ellos viven pegados a Internet y a una falsa sensación de control y gobierno sobre sí mismos y con la idea utópica de un posible cambio sobre la sociedad a fuerza de hacerla más conectada y transparente.
El "consumariat" es fácil de reconocer: pasa el tiempo online publicando imágenes y comentarios sobre sus actividades diarias por más mundanas que estas sean (comer, tomar un café, beber alcohol, quedarse atrapado en el tráfico, llevar a los niños  a la escuela) y consultando las de otros.  Su entretenimiento se compone, entre otras cosas, de juegos online en su mayoría gratuitos, reír con el último meme o modificar uno y compartir las cadenas online que han migrado del correo electrónico a las redes sociales. Cuando quiere ser trascendente,  habla con sus muertos a modo de ouija digital (sobre todo en días señalados como el día de la madre o el padre) o se atiborra de información que marcas y organizaciones publican desesperadamente online a fin de volverse "modernas" y que hacen que el "consumariat" se sienta informado y participativo al compartir un like o un tweet.
En ocasiones se moviliza y sale a la calle a reclamar y cuando muchas circunstancias ajenas a lo online son favorables, es capaz de derrocar un gobierno o hacer que las debilitadas clases políticas se vean en aprietos. Esas ocasiones son aprovechadas para afirmar que es la transparencia y la conectividad de las nuevas tecnologías lo que ha llevado a buen termino la revolución, cuando sólo han sido un factor más. Finalmente, la revolución pronto es abandonada porque el "consumariat"  debe volver a la cola para comprar el teléfono de moda o  emocionarse con las últimas herramientas tecnológicas.
Frente al consumidor proletario Bard coloca al "netocrat" (el netrócrata): una nueva elite también conoce a la perfección las nuevas herramientas digitales; sin embargo, el "netrócrata" es más discreto y celoso de su información. Es socialmente más inteligente y usa nuevas tecnologías para crear redes cerradas  exclusivas que le permiten tener contacto con las personas adecuadas en el momento adecuado y acceder a información privilegiada antes que otros.
El "netocrat" suele interactuar y compartir cierta información con las nuevas clases bajas, pero sólo luego de extraer los beneficios que las ventanas de exclusividad sobre la información le ofrecen. Su objetivo es dictar nuevos conceptos sobre ética y conducta anclados en la total transparencia y apertura y fin de la privacidad como el camino a un mundo utópico. En el fondo, el objetivo es generar confianza y más información sobre la que extraer valor. A veces este procedimiento presenta baches como los recientes casos de supuesto espionaje del gobierno americano o las afirmaciones poco diplomáticas de algunos "netrócratas" acerca de "si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer".
El "netrocrat" y el "consumariat" no son creaciones exóticas y extrañas a nuestro mundo; son solamente dos nuevas clases sociales que han venido a reemplazar a los señores feudales y sus vasallos y a los burgueses y a sus obreros. En lo único que pueden diferenciarse de las antiguos es que  a nivel superficial tienen algunas cosas en común y eso hace creer que las diferencias de clases ya no existen.
Mientras, la historia sigue avanzando; de ninguna forma hacia una utopía. El mundo del "consumariat"  y del "netrocrata" será tan o más terrible que el de sus ancestros.  En ese mundo con nuevas reglas que se van dictando ahora mismo, la actitud más inteligente es adaptarse a las circunstancias y tener una visión y una personalidad acorde con la situación. Aquel que sobreviva será el más flexible, el que se mueva de manera más inteligente en las redes, extrayendo información relevante y gestionando hábilmente sus conexiones. No debe sorprendernos que conceptos como ética,  privacidad, cinismo, esquizofrenia, creados en una era previa ya no tengan sentido y donde antes podían tener cargas negativas hoy sean consideradas positivas.
Atrás quedará el "consumariat" contradictorio y confuso. Aquel que se rasga las vestiduras ante la supuesta perdida de su privacidad, pero que vuelve a casa presuroso a maravillarse con la nueva tecnología que le permite expresarse y ubicarse a sí mismo y a sus amigos de manera gratuita, pero que paga mediante información personal que otorga en contratos y en términos y condiciones que nunca lee.
The Futurica Trilogy es una muy buena descripción de nuestro mundo y puede ayudarnos a identificar a qué clase social pertenecemos y si es posible definir una estrategia para "escalar" socialmente. Un esfuerzo que requerirá que cambiemos esa estrategia y nos adaptamos constantemente y sin fin. Algo que no tiene nada que ver con lo que solían hacer nuestros padres y abuelos.
¿El problema?: el libro tiene más de 700 páginas. Una tarea más que imposible para el "consumairat "acostumbrado a una dieta que no suele superar los 140 caracteres.

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