domingo

Publicidad llevada a sus últimos extremos

La simulación de un intento de suicidio para promocionar un centro comercial coruñés causó sorpresa e indignación

Algo estuvo a punto de suceder ayer por la mañana en la calle Real de A Coruña. Un hombre, de mediana edad, se encaramó a un balcón situado en la calle de compras más concurrida de la ciudad y, a voz en grito, anunciaba su intención de suicidarse. Debajo de él se arremolinaron numerosas personas, temerosas de que hiciera realidad sus amenazas, e incluso hubo quien se llevó la mano a la boca cuando el hombre sacó las piernas hacia el exterior del balcón e hizo ademán de lanzarse al vacío. No hacía más que gritar: «Yo vivo en A Coruña y elijo vestir así, ser así, y si quiero me tiro desde este balcón». Gracias a la intervención de una psicóloga espontánea y a la gente que se arremolinó bajo el número 6 de la calle Real, que lo convencieron para que hiciese la elección de seguir viviendo, el hombre desistió de su empeño y se metió al interior de la vivienda. Después de esos minutos de tensión, se descubrió que todo era un montaje y que tanto el supuesto suicida como el presunto negociador pertenecían a un grupo de teatro que desarrollaba una campaña de promoción de un nuevo centro comercial coruñés que se construirá en Someso y tiene previsto abrir sus puertas en septiembre.

La campaña, según explicaron sus promotores, tenía como objetivo captar la atención de los ciudadanos «para que se detengan a conocer cómo se resuelve finalmente la situación». Y lo consiguieron, porque a lo largo de la mañana despertaron la curiosidad de muchas personas. La mayoría se dieron cuenta desde el principio de que el sketch se trataba de una broma y de que, en realidad, el hombre no corría peligro. Algunas dependientas de la zona, como Carmen María Carral, no se enteraron muy bien de qué iba la historia: «Nos dimos cuenta de que pasaba algo raro, pero que no era nada grave. Oímos al señor gritar que se iba a tirar del balcón, pero nadie se asustó porque lo hacían en plan broma», comentó. De hecho, fue tan evidente que un grupo de jóvenes «le seguían el rollo» y participaban en la escenificación. La empresa de publicidad que organizó esta puesta en escena entregó a los curiosos tarjetones de color rojo y de color verde para que interactuaran y decidieran lo que iba a suceder.

La campaña publicitaria, que lleva por título ¡En A Coruña decido yo! fue, para algunos viandantes, de mal gusto, rebasando los límites de lo que se debe hacer en materia de márketing. «Hay que tener en cuenta que algunas personas pueden haber vivido, ellos o sus familiares, situaciones de este tipo, y no creo que sea un argumento para levantar las sonrisas o la aprobación del público», manifestó uno de ellos. El repertorio de la compañía, que se podrá ver otra vez hoy en A Coruña, incluye otros gags y busca interactuar con el público. Ayer se abrió un debate: ¿vale todo con tal de promocionar un producto? Mucha gente se paró a mirar, pero es muy dudoso que en este caso el fin justifique los medios

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