Jorge Bolívar ha dedicado sus últimos libros a la cuestión del poder y al examen de los ensayistas que se han ocupado del tema. En los dos tomos de Estrategia y juegos de dominación , su última y extensa investigación, analiza las relaciones entre el saber y el poder, y las formas con que se lo aprende y se lo enseña. La premisa de su investigación es la incapacidad del saber político moderno -de carácter eurocéntrico- de renovar las prácticas y técnicas del poder actual, adecuándolas a las necesidades nacionales e internacionales exigidas por el creciente, conflictivo y complejo sistema planetario creado por la denominada "sociedad global del conocimiento y la comunicación", en sus órdenes cultural, tecnológico y económico.
La línea básica del trabajo de Bolívar, en la que encuentra una de las explicaciones del anacronismo del saber político moderno, es el rechazo o negación al pensamiento y al obrar estratégico por su falta de "validez científica", según lo establecido por el consenso del mundo académico y los diccionarios políticos usuales.
El primer tomo intenta una lectura contracultural de la conformación del saber moderno, que separó en forma abstracta, con fines de enseñanza y transmisión, a las ideas políticas y económicas de las situaciones históricas concretas en las que nacieron, y a las que intentaron comprender, direccionar o modificar. Así niega el aspecto geopolítico y estratégico que tuvieron estos grandes pensadores. Aclara que no se trata de contraponer esas ideas al pensamiento y al obrar estratégico, ya que estos requieren de ideas para su despliegue, e incluso de la explicitación de sus nexos culturales y doctrinarios. Coincide con el axioma de que "las ideas transforman el mundo", pero señala que no lo gobiernan. La gobernabilidad es fruto de una compleja trama de organismos y organizaciones -individuales en muchos casos- con instituciones públicas y con acciones político-conductivas, que otorgan prioridad a la acción fundada en necesidades ineludibles. La conducción política visualiza blancos móviles, pero con sus decisiones, los reciclan permanentemente, lo que obliga a una acción táctico-estratégica siempre renovada.
El segundo tomo resulta más polémico que el primero. Advierte que una comprensión del nexo entre política y estrategia en el nivel global obliga a renunciar al carácter eurocéntrico del saber dominante, y exige internarse en la historia socio-cultural de los países del denominado Tercer Mundo, que hoy se ofrecen, en algunos casos, como nuevas potencias emergentes. En ese sentido, estima que resulta vital la comprensión del saber peronista en la época en que fue concebido. Lo mismo ocurre con la experiencia maoísta que fundamenta la actual China globalizadora, o con el liderazgo de Brasil en América del Sur.
La línea básica del trabajo de Bolívar, en la que encuentra una de las explicaciones del anacronismo del saber político moderno, es el rechazo o negación al pensamiento y al obrar estratégico por su falta de "validez científica", según lo establecido por el consenso del mundo académico y los diccionarios políticos usuales.
El primer tomo intenta una lectura contracultural de la conformación del saber moderno, que separó en forma abstracta, con fines de enseñanza y transmisión, a las ideas políticas y económicas de las situaciones históricas concretas en las que nacieron, y a las que intentaron comprender, direccionar o modificar. Así niega el aspecto geopolítico y estratégico que tuvieron estos grandes pensadores. Aclara que no se trata de contraponer esas ideas al pensamiento y al obrar estratégico, ya que estos requieren de ideas para su despliegue, e incluso de la explicitación de sus nexos culturales y doctrinarios. Coincide con el axioma de que "las ideas transforman el mundo", pero señala que no lo gobiernan. La gobernabilidad es fruto de una compleja trama de organismos y organizaciones -individuales en muchos casos- con instituciones públicas y con acciones político-conductivas, que otorgan prioridad a la acción fundada en necesidades ineludibles. La conducción política visualiza blancos móviles, pero con sus decisiones, los reciclan permanentemente, lo que obliga a una acción táctico-estratégica siempre renovada.
El segundo tomo resulta más polémico que el primero. Advierte que una comprensión del nexo entre política y estrategia en el nivel global obliga a renunciar al carácter eurocéntrico del saber dominante, y exige internarse en la historia socio-cultural de los países del denominado Tercer Mundo, que hoy se ofrecen, en algunos casos, como nuevas potencias emergentes. En ese sentido, estima que resulta vital la comprensión del saber peronista en la época en que fue concebido. Lo mismo ocurre con la experiencia maoísta que fundamenta la actual China globalizadora, o con el liderazgo de Brasil en América del Sur.
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