Esta es la historia de cómo se abusa de la promoción, tanto que mata lo que anuncia. Desde que RCN le pegó a la promoción de Los Reyes, pensó que el asunto era la campaña de expectativa y ganar premios por sus campañas de publicidad. Así, volvió costumbre tener largas campañas de expectativas con muchos comerciales. Fracasaron con Valentino el argentino, nos contaron todo y abusaron tanto que nadie llegó a ver la telecomedia. Fracasaron con El penúltimo beso, que enfatizó en el pretexto de la historia, fusiló todas las canciones y acabó con la historia; se quedó en el pretexto.
Pero el premio al Oso de Oro se lo lleva la excesiva (por fastidiosa y larga), chistosina (que no tiene que ver con el tono de la historia) y sobreactuada (estaba en cuanto evento se hizo por la época) promoción de la campaña "Mariana, perdóname" ¿Nombre de la telenovela? Las trampas del amor. ¡Inconcebible! Todo el mundo esperaba Mariana, perdóname y llegó Las trampas del amor. ¡Fatal! Si la expectativa ya era una oda al fracaso, en la selección de actores escogieron a un bonito buenoparanada. Sin expresión, fuerza o carácter. Su desánimo mató la expectativa que quedaba. Cuando el galán apareció: Apagamos la tele. Qué tipo tan falto de perrenque, tan obvio, tan poco protagonista. Y su insulsez se nota más porque al frente tiene a una actriz con ganas y energía como Carolina Ramírez, ¡hasta Novoa se ve contundente! La historia le juega al suspenso, que poco pega en la telenovela colombiana. Quiere denunciar desde la ficción la maldad de las EPS y de los bancos con la vivienda popular. De acuerdo, odiamos las EPS y los bancos por la forma como nos tratan y por su abuso, pero no quiere decir que queremos ver en la ficción estas tragedias. La telenovela es para soñar y encontrar vida digna en la ficción.
Mala promoción, casting perverso y una historia desenfocada del sentimiento popular hacen que no intentemos ver si la historia vale la pena. Lástima: No pinta tan mal cuando se logra pasar tanta torpeza.
ÓMAR RINCÓN
CRÍTICO DE TELEVISIÓN
Pero el premio al Oso de Oro se lo lleva la excesiva (por fastidiosa y larga), chistosina (que no tiene que ver con el tono de la historia) y sobreactuada (estaba en cuanto evento se hizo por la época) promoción de la campaña "Mariana, perdóname" ¿Nombre de la telenovela? Las trampas del amor. ¡Inconcebible! Todo el mundo esperaba Mariana, perdóname y llegó Las trampas del amor. ¡Fatal! Si la expectativa ya era una oda al fracaso, en la selección de actores escogieron a un bonito buenoparanada. Sin expresión, fuerza o carácter. Su desánimo mató la expectativa que quedaba. Cuando el galán apareció: Apagamos la tele. Qué tipo tan falto de perrenque, tan obvio, tan poco protagonista. Y su insulsez se nota más porque al frente tiene a una actriz con ganas y energía como Carolina Ramírez, ¡hasta Novoa se ve contundente! La historia le juega al suspenso, que poco pega en la telenovela colombiana. Quiere denunciar desde la ficción la maldad de las EPS y de los bancos con la vivienda popular. De acuerdo, odiamos las EPS y los bancos por la forma como nos tratan y por su abuso, pero no quiere decir que queremos ver en la ficción estas tragedias. La telenovela es para soñar y encontrar vida digna en la ficción.
Mala promoción, casting perverso y una historia desenfocada del sentimiento popular hacen que no intentemos ver si la historia vale la pena. Lástima: No pinta tan mal cuando se logra pasar tanta torpeza.
ÓMAR RINCÓN
CRÍTICO DE TELEVISIÓN
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