jueves

Aprender a pensar

Michael A. Galascio Sánchez (*)


• En el pasado, muchas personas se habían aprovechado de mi capacidad para enriquecerse, colgándose medallas por ideas novedosas producto de mi creatividad. "Era el negro" detrás del "showman", que pretendía no sólo lucrarse intelectualmente, sino obtener las ideas gratis



El jueves cinco de noviembre de 2009, después de una reunión me daba un paseo por Triana en Las Palmas de Gran Canaria. Durante el trayecto, me crucé con un "peón abogado" de un partido político marginal, que curiosamente, trató de fulminarme con la mirada, ajeno al hecho, de que en ocasiones, me he sentado a hablar con el líder de su "Jefe inmediato".

Más que enfadarme, me sorprendió el hecho de que no supiera que estoy al tanto de todo lo que hace y que algunas encomiendas que le han encargado, han sido sugerencias mías. Sin embargo, comprendí inmediatamente que sufría el mismo trance que experimenté hace muchos años.

En el año 2001, aprendí a pensar. ¡Sí! La explicación es sencilla. Cuando nacemos, no tenemos la capacidad de hablar, aunque un estudio reciente de la Universidad de Würzburg en Alemania, ha descubierto que los neonatos humanos no sólo son capaces de reproducir distintos tonos cuando lloran, sino que prefieren las pautas sonoras típicas del idioma que han oído durante su vida fetal, en el último trimestre de gestación.

A pesar de esto, el lenguaje nos es enseñado y en este sentido, si nos inician en el arte de comunicarnos, también nos están formando para pensar. Con lo cuál, desde pequeños estamos siendo programados con determinados códigos y actitudes, que favorecen el "Status Quo" de las estructuras de poder.

No obstante, viajar fuera de las fronteras limitantes de nuestra geografía, la lectura intensa, diaria y universal, la posibilidad de intercambiar ideas con personas sobresalientes de esta y otras culturas, la voluntad de ir hasta donde la búsqueda de la verdad nos lleve y la meditación, nos puede ayudar a salir del trance. Por supuesto, que en este análisis está implícito alejarse del pensamiento jerárquico, la agresión, el conflicto, la división, la falta de compasión y lo más importante, la necesidad de un ritual.

En el pasado, muchas personas se habían aprovechado de mi capacidad para enriquecerse, colgándose medallas por ideas novedosas producto de mi creatividad. "Era el negro" detrás del "showman", que pretendía no sólo lucrarse intelectualmente, sino obtener las ideas gratis. ¡Era el ciento cincuenta!, de la creatividad. Debo decir que mi caso, no es el único. Hasta que un día, puse las cosas "en orden" y "eliminé" a los intermediarios. El primer resultado fue que el "showman" ya no parecía tan listo. Alguno, incluso desapareció del sectores empresarial y de la política. ¡Triste! ¿No?

En este punto, deseo compartir algunas claves del razonamiento que me llevó a cambiar positivamente mi vida. Quiero subrayar, que pude articular lo que sentía gracias a unos artículos de los investigadores Ackoff y Sharma. Debemos realizar un esfuerzo por organizar la "/informatio/" que recibimos, en cinco dimensiones esenciales.

En primer lugar, hacernos conscientes de los "símbolos" que nos rodean. Todos los ámbitos de nuestra vida están saturados de diversos símbolos que no pertenecen al azar, sino que están ahí porque tienen un significado especial. El que no conozca los símbolos que le rodean, no sabe lo que pasa en la Sociedad. También, están esos fragmentos de información que denominan como /datum /(data / datos). Son la base del conocimiento. Por eso, se ha creado el "database", (base de datos) En términos generales, esta información suele ser como los "diamantes en bruto". No ha sido depurada y por tanto, al principio no tienen un significado especial más allá de su existencia.

En segundo lugar, está la información que hace referencia a lo que "datos" reflejan, tienen, o se les ha dado un significado, a veces a través de un método relacional. El significado que adquieren los datos en este caso no necesariamente tiene que ser de utilidad. Por este motivo, hay información buena y mala.

En tercer lugar, está el conocimiento, el cuál es fundamentalmente la recolección adecuada de la información, cuya intención es que sea útil.

Sin embargo, en éste punto, es en donde comienzan a cambiar las cosas. Aquí es en donde la gran mayoría de las personas se pierden y por esta misma razón hemos pasado rápidamente de la "era de la información" a la "era del conocimiento" sin que apenas el sector que se suponía dominante se diera cuenta de la oportunidad que ha perdido.

Muchas personas amasan una gran cantidad de conocimiento que no tiene utilidad real, más que para superar ciertas expectativas de un sistema educativo deficiente. Como por ejemplo, memorizar las "tablas de multiplicar" o la "tabla periódica de los elementos". No obstante, en la vida real, eso no significa nada, porque al ser cuestionado sobre cosas que no están en su memoria, entra en juego el funcionamiento de la verdadera capacidad analítica y cognitiva que sólo puede darse en otro nivel de comprensión. Se trata de procesar adecuadamente el conocimiento almacenado.

En cuarto lugar, está la Sabiduría, la cuál es en sí un proceso de extrapolación, no es determinista, ni probabilística. La misma, requiere de unos niveles previos de consciencia y específicamente sobre tipos especiales de programación humana. En esta línea, hablo de moral, códigos éticos y otros elementos culturalmente implantados. Nos invita a darnos entendimiento en donde previamente no ha habido ninguno, y en hacerlo, va más allá de la comprensión misma. Es la esencia del investigar filosófico. A diferencia de las dimensiones o niveles anteriores, hace preguntas para las cuales no hay respuestas fácilmente alcanzables, y en algunos casos, para las que no hay un tiempo humano de respuesta conocido. La Sabiduría por tanto, es el proceso por el cuál también discernimos o juzgamos, entre correcto e incorrecto, bueno o malo. Es lógico siendo éste un estado humano único.

Y es que cuando aprendemos a pensar, evitando que interpreten las cosas por nosotros, para bien o para mal, adquirimos la independencia de las influencias del político, locutor de radio, del periodista, cura, del supuesto amigo, "perro del pastor", que nos ladra apenas nos alejamos del rebaño, del profesor o cualquier otra figura de autoridad que está para ejercer el control en contra de nuestros intereses.

En esta línea, Sir Francis Bacon, decía que "quién no quiere pensar es un fanático; quién no puede pensar, es un idiota; quién no osa pensar es un cobarde." Estoy de acuerdo, con su afirmación aunque considero que como Dominique Lacordiare, "pensar es moverse en el infinito". Por este motivo, un ser humano que en realidad piensa es peligroso para los que están en el poder. Porque ve de lejos las oscuras intenciones de muchos y no se deja manipular.

(*) Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Psicología de la Salud y Clínica



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