A pesar de la importancia de la teoría de la conciencia que contribuyó a diseñar el neurólogo Jason W. Brown este sigue siendo más conocido sobre sus estudios sobre la afasia que por su “teoria microgenética” de la conciencia que es una teoria unificada que reune al lenguaje, la percepción, el movimiento, los sentimientos, la conciencia del tiempo y la naturaleza del Yo.
En suma, una teoria completa si resultara ser cierta y de enorme trascendencia práctica porque describe una unidad cuántica de conciencia en relación con las ondas de energia (ondas cerebrales) que transcurren de forma ascendente por el sistema nervioso desde el tálamo, lugar donde Brown ubica el marcapasos cerebral hasta la corteza recorriendo el cerebro de abajo-arriba tal y como realizó la propia evolución.
Tres etapas que pueden ser descritas a grandes rasgos desde el antiguo cerebro reptiliano, el sistema paleomamifero o limbico y la corteza neomamifera.
Cada unidad de conciencia dura alrededor de una décima de segundo o lo que dura una onda cerebral (una décima de segundo equivaldria a un ritmo alfa de 10 ciclos por segundo), la onda se inicia en el tálamo que hace el papel de reloj y desde alli se esparce en forma ascendente hacia las estructuras más jóvenes, alcanzando la corteza donde se juntan las percepciones y el movimiento dando lugar al momento consciente. La onda se expande tambien hacia el exterior por el sistema perineuronal (glia) alcanzando todos los tejidos inervados del cuerpo.
Lo importante es entender que desde el punto de vista neurofisiológico sólo podemos hablar de un momento consciente y no de conciencia que en cualquier caso seria la forma en que nuestro cerebro rellena los tiempos muertos entre momento y momento.
Sólo podemos hablar pues de instantes. De una sucesión de instantes.
El tronco cerebral (cerebro reptiliano) contiene un mapa espacial de todo el cuerpo y su relación con el entorno. Brown describe el tronco como un lugar sin imágenes, con voluntad propia, dirección, intuición, arquetipos, subconsciente, intencional y lugar de reacciones defensivas groseras vinculadas a la supervivencia. El siguiente nivel, el sistema límbico consiste en un espacio de imágenes, sueños y alucinaciones donde los objetos se seleccionan sobre la base del recuerdo.En la corteza cerebral y más concretamente en la visual los rasgos y posiciones de los objetos en el mundo están ya discriminados. La representación de los objetos se forma en relación con el sistema musculoesquelético.
En la parte superior del microgenio el “momento consciente” está escrito en un “pizarrón mágico” en la superficie de la corteza, la imagen gradualmente se desvanece de arriba a abajo a medida que una nueva onda llega para tomar su lugar, el continuo reemplazo del pizarrón ocurre tan suave y rápidamente que la conciencia y el tiempo parecen fluir de un instante al otro.
En un post anterior donde hablé precisamente de la naturaleza del tiempo me ocupé de la paradoja de que mientras el tiempo parece que fluya desde el pasado hacia el futuro el espacio no le acompaña. Este fenómeno señala que existe una ilusión, un truco biológico diseñado seguramente por la evolución para dar a nuestra experiencia una continuidad fílmica que no tendríamos si solo percibieramos fotografias o flashes de la realidad. Sabemos, sin embargo, que tiempo y espacio son la misma cosa y que el tiempo no puede fluir sin arrastrar tras de sí al espacio.
Es curioso que la palabra reloj en francés sea horlogue que procede de dos raices, Logos y Horas. Significa que lo que entendemos como tiempo no es sino una combinación de la palabra (logos) e instantes de conciencia. Sin duda es nuestra corteza cerebral la que cose esa discontinuidad entre instantes y les pone nombre (tiempo).
Lo importante es saber que es el tálamo -nuestro marcapasos cerebral- el que decide en cada momento en cuantas partes didivirá el segundo virtual a fin de que quepan mas trozos. Usualmente lo hace en situaciones de riesgo para la supervivencia: si usted ha tenido alguna de esas experiencias cercanas a la muerte o simplemente ha sido atropellado, ha tenido un accidente de tráfico o ha visto peligrar su vida seguramente tendrá la experiencia de enlentecimiento del tiempo: la escena parece transcurrir como a cámara lenta, la razón de esta lentitud es precisamente un hecho contrario, nuestro tálamo ha acelerado la descarga de ondas precisamente -de instantes- para dar más tiempo a a reaccionar. Lo que percibimos como enlentecimiento a nivel consciente es en realidad una aceleración talamocortical, un ritmo beta (ver el gráfico).
Lo que cambia la vida (como en el caso de un atropello) puede producirse en una fracción de segundo, y estos momentos microgenéticos pueden enfermarnos y también curarnos. Lo interesante de la formulación de Brown es que supone que la energia sanadora o traumática se relaciona con ese momento microgenético asociado a una sola onda cerebral. Es sorprendente como a veces reconocemos en la clinica que el trauma de un evento se coloca en su lugar instantáneamente en una fracción de segundo antes de que nuestra conciencia pueda anotarlo. Años más tarde nuestros sistemas regulatorios siguen examinando esa energía contenida en estado sólido, retenida y somática en cada arrastre de ciclos cerebrales. Es sorprendente que el trauma almacenado pueda resolverse con la misma rapidez con que se instaló en su lugar y de hecho se sospecha que la mayor parte de nuestros traumas se resuelven solos no a través de la narrativa o la catarsis -que sólo iluminan sin resolver el patrón- sino a través del simple arrastre de ondas cerebrales.
Para Brown la razón de esa instalación preverbal o pre-onda del trauma se debe a que entre onda y onda existe un espacio de tiempo donde las ondas corren libremente fuera del control talámico. Para comprender mejor esta idea piense usted en su respiración, hágala consciente. Se dará cuenta de que entre la inspiración y la espiración existe un tiempo muerto. En las ondas cerebrales o del corazón sucede este mismo fenómeno. Lo que Brown aporta es que es precisamente en este momento de “reposo” cuando nuestros ritmos electromagnéticos son más vulnerablesa la hora de sintonizarse o de hacerse coherentes con otros estimulos electromagneticos del ambiente. Algunos autores como Beck han señalado que en estos momentos de libre circulacion nuestras ondas cerebrales se sincronizaban en frecuencia con las ondas geoeléctricas de la tierra, la resonancia Schumann: picos de frecuencia elecromagnética baja (ELF) que coincidirían con esos momentos de reposo o libre circulación
De resultar acertada esta hipótesis significaria que la sintonización podria ser un nuevo paradigma médico para la restitución de heridas fisicas y emocionales. Lo cierto es que esta sintonización siempre se da en estas fases de baja frecuencia (ELF) que Brown identificó como “libre movimiento”, entre pulsación y pulsación o entre polarización y despolarización y nueva repolarización de las membranas neuronales que en cualquier caso es una especie de recorrido de prueba de los canales de reparación.
Pero para entender como funciona este mecanismo supuesto de reparación es necesario entender el concepto de matriz viviente (del que ya hablé en este post y en éste) o como se le llama en otros entornos sistema perineural: se trata de un sistema de comunicación de corriente directa que llega a todo tejido inervado donde se establece una corriente de lesiones que controla la reparación del daño. Históricamente el potencial de lesión se descubrió antes que el potencial de acción neuronal (Davson 1970). La corriente de lesiones se genera en el lugar de la herida y continua hasta que la reparación del daño se termina. La corriente se encarga de alertar al resto del cuerpo en cuanto al alcance y ubicación de la lesión y de atraer a su vez fibroblastos, glóbulos blancos y celulas móviles de la piel y que tienen como propósito cerrar la herida. A medida que el tejido va sanando la corriente de la lesión cambia y realimenta la información sobre el progreso de la reparación en los tejidos circundantes. La trasmisión de esta corriente no es iónica como sucede en las neuronas sino que la matrix se comporta como semiconductora y es sensible a los campos magnéticos (efecto Hall)
En conclusión: la teoria microgenética de Brown ofrece un buen modelo para entender las relaciones entre la conciencia, el cerebro y el cuerpo puesto que postula que las oscilaciones del campo de corriente -las ondas cerebrales- que conocemos bien por el EEG no estan confinadas en el cerebro sino que se propagan a través del sistema circulatorio (que es un buen conductor por su contenido en agua y sal) y a través de los nervios periféricos seguidos del sistema perineuronal el cual alcanza a través de la matrix a todo el cuerpo. Lo que explica las razones por las que un impacto emocional tiene repercusiones somáticas y viceversa porque una herida o trauma fisico puede tener repercursiones mentales a largo plazo. Las heridas emocionales se comportarían como una cápsula de alta energia retenida y podrian descargarse a través del sistema nervioso central aprovechando la coherencia del flujo de electricidad entre un número elvado de neuronas paralelas a la porcion piramidal de la corteza somatosensorial que está orientada verticalmente.
Si es cierto que las impresiones traumáticas se instalan en nuestro cuerpo en ese periodo refractario de los pulsos electromagnéticos, un poco antes de que sean reconocidos cognitivamente podemos empezar a intuir que quizá las terapias verbales que tratan de minimizar el impacto del trauma no están bien orientadas y que deben existir mecanismos para disolver estas bolsas de energia de otra forma mas barata y ágil.
La idea de que el trauma se instala gracias a un estado modificado de conciencia previo al trauma mismo es bastante antigua y procede tanto del mesmerismo como de la hipnosis, Moreau de Tours habló de desdoblamiento, Janet de disociación, Breuer de estado hipnoide, Freud de fantasia sexual previa pero todos habían establecido que la potencia del trauma -descontando los estados extremos- no se debia al trauma mismo sino a un estado de conciencia fuere el que fuere que predisponía a la memoria traumática y a los efectos devastadores del trauma mismo.Quiza las terapias del futuro estén mas orientadas hacia la “hora”(la sintonizacion de frecuencias ELF) y menos frente al Logos. Se trataria de aprovechar y de aprender más sobre esos periodos de latencia entre onda y onda para volver a sincronizar el ritmo perdido y aprovechar el efecto arrastre de las pulsaciones fisiologicas para “limpiar” a fondo nuestro organismo.
Bibliografia:
James L. Oschman (2008): La medicina enérgetica: la base cientifica.
Brown, J. W. (1977) : Mind, brain and conciousness:the neuropsychology of cognition.
Beck, R (1986) Mood modificaition with ELF magnetic fields: a preliminary exploration.
http://pacotraver.wordpress.com/2009/10/31/la-teoria-microgenetica-de-la-conciencia/
En suma, una teoria completa si resultara ser cierta y de enorme trascendencia práctica porque describe una unidad cuántica de conciencia en relación con las ondas de energia (ondas cerebrales) que transcurren de forma ascendente por el sistema nervioso desde el tálamo, lugar donde Brown ubica el marcapasos cerebral hasta la corteza recorriendo el cerebro de abajo-arriba tal y como realizó la propia evolución.
Tres etapas que pueden ser descritas a grandes rasgos desde el antiguo cerebro reptiliano, el sistema paleomamifero o limbico y la corteza neomamifera.
Cada unidad de conciencia dura alrededor de una décima de segundo o lo que dura una onda cerebral (una décima de segundo equivaldria a un ritmo alfa de 10 ciclos por segundo), la onda se inicia en el tálamo que hace el papel de reloj y desde alli se esparce en forma ascendente hacia las estructuras más jóvenes, alcanzando la corteza donde se juntan las percepciones y el movimiento dando lugar al momento consciente. La onda se expande tambien hacia el exterior por el sistema perineuronal (glia) alcanzando todos los tejidos inervados del cuerpo.
Lo importante es entender que desde el punto de vista neurofisiológico sólo podemos hablar de un momento consciente y no de conciencia que en cualquier caso seria la forma en que nuestro cerebro rellena los tiempos muertos entre momento y momento.
Sólo podemos hablar pues de instantes. De una sucesión de instantes.
El tronco cerebral (cerebro reptiliano) contiene un mapa espacial de todo el cuerpo y su relación con el entorno. Brown describe el tronco como un lugar sin imágenes, con voluntad propia, dirección, intuición, arquetipos, subconsciente, intencional y lugar de reacciones defensivas groseras vinculadas a la supervivencia. El siguiente nivel, el sistema límbico consiste en un espacio de imágenes, sueños y alucinaciones donde los objetos se seleccionan sobre la base del recuerdo.En la corteza cerebral y más concretamente en la visual los rasgos y posiciones de los objetos en el mundo están ya discriminados. La representación de los objetos se forma en relación con el sistema musculoesquelético.
En la parte superior del microgenio el “momento consciente” está escrito en un “pizarrón mágico” en la superficie de la corteza, la imagen gradualmente se desvanece de arriba a abajo a medida que una nueva onda llega para tomar su lugar, el continuo reemplazo del pizarrón ocurre tan suave y rápidamente que la conciencia y el tiempo parecen fluir de un instante al otro.
En un post anterior donde hablé precisamente de la naturaleza del tiempo me ocupé de la paradoja de que mientras el tiempo parece que fluya desde el pasado hacia el futuro el espacio no le acompaña. Este fenómeno señala que existe una ilusión, un truco biológico diseñado seguramente por la evolución para dar a nuestra experiencia una continuidad fílmica que no tendríamos si solo percibieramos fotografias o flashes de la realidad. Sabemos, sin embargo, que tiempo y espacio son la misma cosa y que el tiempo no puede fluir sin arrastrar tras de sí al espacio.
Es curioso que la palabra reloj en francés sea horlogue que procede de dos raices, Logos y Horas. Significa que lo que entendemos como tiempo no es sino una combinación de la palabra (logos) e instantes de conciencia. Sin duda es nuestra corteza cerebral la que cose esa discontinuidad entre instantes y les pone nombre (tiempo).
Lo importante es saber que es el tálamo -nuestro marcapasos cerebral- el que decide en cada momento en cuantas partes didivirá el segundo virtual a fin de que quepan mas trozos. Usualmente lo hace en situaciones de riesgo para la supervivencia: si usted ha tenido alguna de esas experiencias cercanas a la muerte o simplemente ha sido atropellado, ha tenido un accidente de tráfico o ha visto peligrar su vida seguramente tendrá la experiencia de enlentecimiento del tiempo: la escena parece transcurrir como a cámara lenta, la razón de esta lentitud es precisamente un hecho contrario, nuestro tálamo ha acelerado la descarga de ondas precisamente -de instantes- para dar más tiempo a a reaccionar. Lo que percibimos como enlentecimiento a nivel consciente es en realidad una aceleración talamocortical, un ritmo beta (ver el gráfico).
Lo que cambia la vida (como en el caso de un atropello) puede producirse en una fracción de segundo, y estos momentos microgenéticos pueden enfermarnos y también curarnos. Lo interesante de la formulación de Brown es que supone que la energia sanadora o traumática se relaciona con ese momento microgenético asociado a una sola onda cerebral. Es sorprendente como a veces reconocemos en la clinica que el trauma de un evento se coloca en su lugar instantáneamente en una fracción de segundo antes de que nuestra conciencia pueda anotarlo. Años más tarde nuestros sistemas regulatorios siguen examinando esa energía contenida en estado sólido, retenida y somática en cada arrastre de ciclos cerebrales. Es sorprendente que el trauma almacenado pueda resolverse con la misma rapidez con que se instaló en su lugar y de hecho se sospecha que la mayor parte de nuestros traumas se resuelven solos no a través de la narrativa o la catarsis -que sólo iluminan sin resolver el patrón- sino a través del simple arrastre de ondas cerebrales.
Para Brown la razón de esa instalación preverbal o pre-onda del trauma se debe a que entre onda y onda existe un espacio de tiempo donde las ondas corren libremente fuera del control talámico. Para comprender mejor esta idea piense usted en su respiración, hágala consciente. Se dará cuenta de que entre la inspiración y la espiración existe un tiempo muerto. En las ondas cerebrales o del corazón sucede este mismo fenómeno. Lo que Brown aporta es que es precisamente en este momento de “reposo” cuando nuestros ritmos electromagnéticos son más vulnerablesa la hora de sintonizarse o de hacerse coherentes con otros estimulos electromagneticos del ambiente. Algunos autores como Beck han señalado que en estos momentos de libre circulacion nuestras ondas cerebrales se sincronizaban en frecuencia con las ondas geoeléctricas de la tierra, la resonancia Schumann: picos de frecuencia elecromagnética baja (ELF) que coincidirían con esos momentos de reposo o libre circulación
De resultar acertada esta hipótesis significaria que la sintonización podria ser un nuevo paradigma médico para la restitución de heridas fisicas y emocionales. Lo cierto es que esta sintonización siempre se da en estas fases de baja frecuencia (ELF) que Brown identificó como “libre movimiento”, entre pulsación y pulsación o entre polarización y despolarización y nueva repolarización de las membranas neuronales que en cualquier caso es una especie de recorrido de prueba de los canales de reparación.
Pero para entender como funciona este mecanismo supuesto de reparación es necesario entender el concepto de matriz viviente (del que ya hablé en este post y en éste) o como se le llama en otros entornos sistema perineural: se trata de un sistema de comunicación de corriente directa que llega a todo tejido inervado donde se establece una corriente de lesiones que controla la reparación del daño. Históricamente el potencial de lesión se descubrió antes que el potencial de acción neuronal (Davson 1970). La corriente de lesiones se genera en el lugar de la herida y continua hasta que la reparación del daño se termina. La corriente se encarga de alertar al resto del cuerpo en cuanto al alcance y ubicación de la lesión y de atraer a su vez fibroblastos, glóbulos blancos y celulas móviles de la piel y que tienen como propósito cerrar la herida. A medida que el tejido va sanando la corriente de la lesión cambia y realimenta la información sobre el progreso de la reparación en los tejidos circundantes. La trasmisión de esta corriente no es iónica como sucede en las neuronas sino que la matrix se comporta como semiconductora y es sensible a los campos magnéticos (efecto Hall)
En conclusión: la teoria microgenética de Brown ofrece un buen modelo para entender las relaciones entre la conciencia, el cerebro y el cuerpo puesto que postula que las oscilaciones del campo de corriente -las ondas cerebrales- que conocemos bien por el EEG no estan confinadas en el cerebro sino que se propagan a través del sistema circulatorio (que es un buen conductor por su contenido en agua y sal) y a través de los nervios periféricos seguidos del sistema perineuronal el cual alcanza a través de la matrix a todo el cuerpo. Lo que explica las razones por las que un impacto emocional tiene repercusiones somáticas y viceversa porque una herida o trauma fisico puede tener repercursiones mentales a largo plazo. Las heridas emocionales se comportarían como una cápsula de alta energia retenida y podrian descargarse a través del sistema nervioso central aprovechando la coherencia del flujo de electricidad entre un número elvado de neuronas paralelas a la porcion piramidal de la corteza somatosensorial que está orientada verticalmente.
Si es cierto que las impresiones traumáticas se instalan en nuestro cuerpo en ese periodo refractario de los pulsos electromagnéticos, un poco antes de que sean reconocidos cognitivamente podemos empezar a intuir que quizá las terapias verbales que tratan de minimizar el impacto del trauma no están bien orientadas y que deben existir mecanismos para disolver estas bolsas de energia de otra forma mas barata y ágil.
La idea de que el trauma se instala gracias a un estado modificado de conciencia previo al trauma mismo es bastante antigua y procede tanto del mesmerismo como de la hipnosis, Moreau de Tours habló de desdoblamiento, Janet de disociación, Breuer de estado hipnoide, Freud de fantasia sexual previa pero todos habían establecido que la potencia del trauma -descontando los estados extremos- no se debia al trauma mismo sino a un estado de conciencia fuere el que fuere que predisponía a la memoria traumática y a los efectos devastadores del trauma mismo.Quiza las terapias del futuro estén mas orientadas hacia la “hora”(la sintonizacion de frecuencias ELF) y menos frente al Logos. Se trataria de aprovechar y de aprender más sobre esos periodos de latencia entre onda y onda para volver a sincronizar el ritmo perdido y aprovechar el efecto arrastre de las pulsaciones fisiologicas para “limpiar” a fondo nuestro organismo.
Bibliografia:
James L. Oschman (2008): La medicina enérgetica: la base cientifica.
Brown, J. W. (1977) : Mind, brain and conciousness:the neuropsychology of cognition.
Beck, R (1986) Mood modificaition with ELF magnetic fields: a preliminary exploration.
http://pacotraver.wordpress.com/2009/10/31/la-teoria-microgenetica-de-la-conciencia/
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