domingo

«Avatar»: La película que cambia la historia del cine

James Cameron convierte su sueño en realidad y estrena una historia épica rodada en 3D con perfecta simbiosis entre la acción actoral y la animación

Incluso si es de esos que hace años que no mueve una ceja ante los efectos visuales del cine, tendría que ir a ver «Avatar». Entre otras cosas, porque marcará los cánones del subgénero que ella misma ha creado. Será inevitable que en las siguientes navidades cinematográficas Hollywood realice múltiples variaciones a partir de la fórmula: 3D + captura de interpretación + aventura épica ambientada en el futuro. Las tres dimensiones aparecía en el horizonte de las salas de exhibición como la gran esperanza para no caer en coma, pero hasta el momento ningún filme masivo había logrado incluir la técnica como elemento esencial para la narración. «Avatar» se empeña en hacer útil al espectador las ortopédicas gafas desde el primer minuto. Objetivo logrado: la descarga, legal o ilegal, en la red es menos útil que nunca. «Creemos que el renacimiento del 3D ya está aquí. Vivimos nuestras vidas en 3D así que, por qué no ver las películas del mismo modo», fue la filosofía que guió al equipo creativo desde el arranque.
Aunque ésta sea una buena estrategia para los estudios, Cameron asegura que es una necesidad creativa propia que quiso poner en marcha en 1995, pero no existían entonces los medios técnicos adecuados para lograr el resultado que soñó.

«Ojos muertos»
Cameron había captado ya en «Terminator», por ejemplo, las dificultades que supone para un actor que sus emociones traspasen el látex con que suelen revestirse. Existían fallos de bulto en las técnicas de captura de interpretación, es decir, en la traslación a las criaturas creadas a golpe de ratón las expresiones de actores reales que interpretan las mismas escenas. Especialmente, se echaba de menos más realismo en la expresión de la mirada, lo que se dio en llamar «ojos muertos». Para evitarlo, el equipo de Cameron creó un nuevo sistema de «captura de interpretación facial» que consistía en colocar a los actores una especie de casco con una cámara, que recogía de cerca las expresiones de su rostro en cualquier posición. Además, se creó otra virtual que permitió al realizador «rodar» dentro de los ambientes creados por los diseñadores gráficos. Así se aumenta la sensación de realismo de los escenarios, fundamental en las numerosas escenas de acción como las que pueblan el filme.
En cuanto a la historia, revisita el mito del hombre que pisa un nuevo mundo, con flechazo de por medio, aunque Cameron debe darle a la tuerca unas cuantas vueltas para mantener el pulso narrativo durante más de dos horas, como explica el propio realizador: «Encaja en el clásico cuento del recién llegado a una tierra y una cultura extranjera en un planeta exterior. La historia en su diseño es clásica con sus gruesos brochazos, pero tenemos cantidad de giros y vueltas en la recámara para los espectadores. Yo había soñado con crear una película como ésta, situada en otro mundo, de grandes peligros y bellezas, desde que era un niño, cuando leía libros de ciencia-ficción y de historietas, y, en las clases de matemáticas, me dedicaba a dibujar criaturas y seres extraterrestres parapetado detrás de mis libros de texto».

El petróleo se acabó
Viajamos hasta 2154, cuando los hombres llevan explotando tres décadas el satélite Pandora. Hablamos de un astro con condiciones similares a la Tierra, una de las lunas de Polifemo en el sistema estelar más próximo, Alfa Centauro. Para entonces el petróleo es una antigualla y los humanos han detectado que pueden suplir sus necesidades energéticas con unobtainium, un mineral que se acumula en cantidades industriales bajo las vírgenes tierras de los Na´vi, los aborígenes que pueblan el satélite.
Para semejante aventura intergaláctica la Tierra envía un ejécito mixto formado por militares y científicos. Ambos son extremadamente necesarios, pues los primeros deben contener a los aborígenes en caso de que se sientan atacados y los segundos son encargados de establecer una relación amistosa encaminada a obtener rédito comercial. La cúpula de esos investigadores cuenta cada uno con un avatar, es decir, una réplica tridimensional con sus rasgos pero la apariencia de un habitante de Pandora: ojos el doble de mayores que los humanos, mucho más estilizados y con una cola capaz de establecer conexión con otros animales y plantas. Al mando de la expedición está Grace Augustine (Sigourney Weaver), un cerebro, tan decidido como brillante, extremadamente preocupado por la baja de uno de sus mejores hombres. Es sustituido por su hermano Jake, ya que el avatar se crea a partir del ADN. Se trata de un ex marine con mucho instinto pero escasa competencia científica. De ahí que sea el elegido por los mandos militares como su quinta columna entre los científicos. En su primera expedición en el exterior se pierde del resto de avatares de los científicos y comprueba la hostilidad de un medio tan exuberante para cualquier terrícola. Cae en manos de Neyriti (Zoe Saldana), la heredera de los monarcas de Pandora, quien le presenta ante la comunidad, que, finalmente, decide educarle en sus costumbres. «A mi modo de ver, Neirity y su gente representan lo mejor de nosotros en el sentido de cómo viven en su mundo, en simbiosis, empatía y armonía», explica Cameron. Y es que nadie puede negarle al director de «Titanic» haber introducido en el vocabulario de los taquillazos, además de cierta dosis de ecologismo, términos políticos hasta ahora bastante disimulados, como choque de civilizaciones y ataques preventivos, aunque algunos le acusan de haberlo hecho de manera un tanto inocente.
La educación tribal de su avatar pone a prueba el estado físico y mental de Jake, pues los indígenas son capaces de trepar de árbol en árbol sin derramar una gota de sudor, mientras que él, en su vida como terrícola, se mueve gracias a una silla de ruedas.

Réplica tridimensional
Poco a poco se integra como uno más de los habitantes de Pandora e interioriza su respeto hacia el medio en el que viven; tanto, que cuando los humanos le piden que ayude a convencer a la tribu para moverse de sus asentamientos sagrados (donde el mineral es más abundante) sus convicciones éticas se resienten. A partir de este momento de la trama el ritmo, la tensión y los latidos de la cámara se disparan. Cameron, que hasta entonces se ha recreado en la naturaleza idílica del astro que acaba de inventar, trata de demostrar a su público, hasta el final, como se ruedan las escenas de acción en el siglo XXI.


Pájaros vs. aviones
El ejército humano de 2154 cuenta con un potente arsenal manejado por una tecnología que aún no puede soñarse en el siglo XXI. Los habitantes de este astro se mueven gracias a unos pájaros gigantescos, más bien parecidos a los mamíferos, a quienes deben domesticar tras una lucha a muerte, pues cada ser tiene asignado a uno de estos animales como transporte exclusivo siempre que supere este rito iniciático. Cuando la tensión polìtica intergaláctica se dispara, Cameron debe resolver la pregunta que viene haciéndose el público buena parte del metraje: ¿cómo resolver esta lucha tan desigual?



http://www.larazon.es/noticia/400-avatar-la-pelicula-que-cambia-la-historia-del-cine

No hay comentarios: