domingo

Cortisol y endorfinas

. Juan Hitzig, profesor de Biogerontología en la Universidad Maimónides de Buenos Aires, ha elaborado, a partir de estas evidencias científicas el Alfabeto emocional SARD:
“Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en las 5 trillones de células que forman un organismo, explica. Las conductas “S” (serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa) promueven secreción de Serotonina, mientras que las conductas “R” (resentimiento rabia, rencor, reproche, resistencias, represión) facilitan la secreción de coRtisol, una hormona coRRosiva para las células, que acelera el envejecimiento.
Las conductas “S” generan actitudes “A”: ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento.
Las conductas “R” por el contrario generan actitudes “D”: depresión, desánimo, desesperación, desolación.
Con solo aprender este simple alfabeto emocional de cuatro letras: SARD desde edades tempranas lograremos vivir más tiempo y mejor, porque la “mala sangre” (mucho cortisol y poca serotonina) deterioran la salud, posibilitan la enfermedad y aceleran el envejecimiento. El buen humor, en cambio, es clave para la longevidad saludable.”
Algo intuíamos desde mucho tiempo atrás, lo que nos llevaba a pensar que el mejor médico es uno mismo, pero se agradece que nos confirmen que estábamos en lo cierto y nos hagan caminar infinitamente más seguros por el buen camino y con el respaldo de la ciencia que nos regalan los sabios y los doctores en medicina.
Los buenos sueños como los pensamientos positivos generan palabras cálidas y luminosas y hacen brotar en el interior los mejores sentimientos y hacia el exterior conductas ejemplares.
Como el clima irrespirable, a veces, de crispación, debido a los insultos y las descalificaciones, el ejemplo canalla de muchos políticos, producen sentimientos y emociones, primero, y conductas reprobables, después, consiguiendo una convivencia enferma, y así en lugar de ver al otro como simple adversario, necesario en toda democracia, se le contempla como enemigo a quien destruir.
Como la mirada atenta y obsequiosa del público cuando das una charla, por ejemplo, o en la conversación más cotidiana, permite que te encuentres a gusto, relajado y les devuelvas lo mejor de ti mismo, y tras las palabras de un debate respetuoso, aunque no exento de pensamientos y opiniones divergentes, se encienda la hoguera del bien pensar y los mejores deseos de trabajar por una coexistencia más sana y creativa.
Todo está encadenado y con posibilidad de desencadenarse para bien o para mal: los pensamientos, los sentimientos y las emociones se traducen en palabras, éstas pueden devenir en conductas y todo ello producir serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa o resentimiento rabia, rencor, reproche, resistencias, represión.
Habíamos aprendido el alfabeto y hasta hemos hecho grandes avances linguísticos y, aunque intuíamos que existía este otro alfabeto emocional, apenas lo utilizábamos, y está claro que puede resultar la mejor de las armas, no precisamente para hacer la guerra, sino la mejor de las paces y la mayor de las concordias.
Pero lo mejor será que sigas alargando el discurso desde el silencio y la serenidad, la sonrisa y la mejor de las amistades contigo mismo. Lo agradecerán tus hormonas.


http://angeldecastro.blogspot.com/2009/12/las-hormonas-de-la-felicidad.html

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