domingo

Sin pensamiento lateral


Existen dos problemas en el fútbol actual. Se ha hablado bastante de la imperfección de los arbitrajes. Otro problema es la pobreza técnico-táctica. Ambos problemas parecen poco relacionados, pero ¿qué pasaría si existiera una solución única para los dos?

El fútbol va evolucionando, mutando, tomando cosas de otros deportes o adaptándose a las nuevas necesidades de las empresas y del público (en ese orden). De esa manera, cambian las tácticas y se van inventando posiciones dentro del campo del juego. Así es como los back hoy son los centrales; el centrehalf o centrojás es el volante tapón o 5; los entrealas hoy son mediapuntas. Se sabe que los wines se murieron (?) y que hoy juegan de “carrileros”; que los armadores si son feos son “enganches” y que si son más estéticamente bonitos, son “cinco-organizadores”. Pero hay dos posiciones que no se sabe bien quién inventó, ni cuándo fue: los laterales.

Generalmente el tipo que llega a primera como lateral se inició en las inferiores en otra posición y llegó a jugar de 4 porque el volante derecho que vino era mucho mejor que él o tenía mejor representante. El que juega de 3 antes jugaba de enganche, aprovechando que es zurdo y se lo mira con otros ojos. Pero después subió una categoría y ahí jugaban con línea de 4 en el medio y pasó a ser carrilero por izquierda. Pero la madre del que estaba se encamaba con el coordinador de inferiores, entonces él tuvo que pasar a jugar de 3. Así se crea una generación de jugadores frustrados y resentidos, con buen dominio de balón pero sin conciencia de marca o unos peones de ajedrez.

Está la otra posibilidad, que desde que se maximizó el uso de la pelota parada, el jugador que mide más de 1,85 (aparentemente) es útil en cualquier puesto del campo, sin importar si sabe hacer algo con la pelota en los pies. Así aparecen laterales alla Eber Ludueña, que no suelen pasar la mitad de cancha y si lo hacen es para hacer el ridículo. Así todos tienen que bancar en sus equipos a tipos que se sacan la pelota de encima, que el único recurso que tienen para salir es el pelotazo, que para marcar son medio matungos y suelen recurrir a movimientos anarmónicos y violentos para intentar sacarle el esférico al rival.

Ejemplos de estos tres casos sobran. Los hay en todos los equipos de nuestro fútbol vernáculo, mejor dicho. Es un puesto sin vocación. ni gratitud, al menos en nuestro país, sobre todo porque estamos muy faltos de ejemplos. Es poco probable que algún chico le diga a su padre: “yo quiero jugar como Mareque”. Es posible recordar algunos buenos ejemplos de laterales en Argentina, por ejemplo Marzolini —que vendría a ser como el iniciador en esa posición—, Tarantini, Enrique y Mareque (?). Sorín siempre fue muy discutido, Zanetti por duración, quizás Olarticoechea se pueda agregar y finalmente Clausen o Ibarra (nótese que más de uno recibió como apodo “El Negro”). Todos ya retirados, algunos retirados todavía en funciones (?)

Ya está, la posición de lateral en nuestro país se extinguió, pero sin embrago, se sigue insistiendo con la línea de 4 en el fondo. Hay que cortar por lo sano y prohibir que los equipos se desempeñen con esa táctica, por lo menos en nuestras ligas y sobre todo en el equipo nacional, que desde hace más de dos décadas no tiene un jugador verdaderamente digno en esa posición y soporta cualquier tipo de vejación al buen juego de los anteriormente nombrados.

Lo más probable es que a nivel local la medida genere un fútbol más atractivo. A nivel selección no habrá excusas, en poco tiempo estaría institucionalizada la defensa de 3 hombres y todos los que lleguen a primera deberían saber cómo hacerlo, y si tienen la oportunidad de defender la camiseta argentina ya habrán tenido suficiente experiencia.

Se podrá achacar a la idea de “bilardista”, pero no es así. Reducir los defensores y agregar hombres con manejo debería mejorar el ataque de los equipos y reducir la cantidad de troncos. Los técnicos que sepan aprovechar la regla para hacer un fútbol más o mejor ofensivo seguramente serán acompañados por el triunfo. Habrá más oportunidades de generar un juego basado en el toque.

¿Cómo se implementa una prohibición de estas características? Es la parte más complicada del plan, pero con la tecnología de hoy no hay por qué hacerse mala sangre. Se requerirá un chip en la camiseta de cada futbolista y otro en la pelota. Este chip registrará el número del jugador, el equipo y la posición durante todo el partido (el de la pelota sólo esto último). La posición puede calcularse por medio del GPS (tendrá que ser un GPS de buena resolución) o con algún sistema ad hoc ubicado en los límites del campo de juego.

De esta manera, se podrá confeccionar un mapa de los movimientos de cada jugador durante todo el partido. Esta tecnología, vale decir, puede tener muchas otras aplicaciones, por ejemplo saber al instante cada posición adelantada, conocer si la pelota entró en el arco o no, saber si la barrera se adelantó en un tiro libre, o si alguien se adelantó en un penal.

Pero lo más importante será el control táctico. En el sistema se definirá un parámetro sobre en qué consiste la línea de 4, cuál es la distancia relativa entre los defensores que sería violatoria de la regla (esto varía según la posición de la pelota, porque es lógico que cuando el rival está en el área de un equipo los defensores se amontonen más). Una vez acordados los parámetros, el sistema revisará cada partido. Verá en qué porcentaje del tiempo que un equipo no tuvo la pelota hubo cuatro defensores parados en la táctica prohibida. Si se excede cierto porcentaje, por ejemplo 50%, el equipo infractor recibirá una sanción que puede ser la quita de los puntos ganados en el partido.

La precisión del sistema puede ser tal que sirva como factor de desempate para campeonatos o descensos. Si hay igualdad de puntos, puede resultar favorecido el de menor promedio de porcentaje de línea de 4 en todo el campeonato o período a considerar.

La llegada de la tecnología al fútbol tarde o temprano se producirá. Es menester utilizarla no sólo para obtener mayor aplicación de las reglas del juego, sino también para lograr un fútbol más atractivo para todo el mundo.



Existen dos problemas en el fútbol actual. Se ha hablado bastante de la imperfección de los arbitrajes. Otro problema es la pobreza técnico-táctica. Ambos problemas parecen poco relacionados, pero ¿qué pasaría si existiera una solución única para los dos?

El fútbol va evolucionando, mutando, tomando cosas de otros deportes o adaptándose a las nuevas necesidades de las empresas y del público (en ese orden). De esa manera, cambian las tácticas y se van inventando posiciones dentro del campo del juego. Así es como los back hoy son los centrales; el centrehalf o centrojás es el volante tapón o 5; los entrealas hoy son mediapuntas. Se sabe que los wines se murieron (?) y que hoy juegan de “carrileros”; que los armadores si son feos son “enganches” y que si son más estéticamente bonitos, son “cinco-organizadores”. Pero hay dos posiciones que no se sabe bien quién inventó, ni cuándo fue: los laterales.

Generalmente el tipo que llega a primera como lateral se inició en las inferiores en otra posición y llegó a jugar de 4 porque el volante derecho que vino era mucho mejor que él o tenía mejor representante. El que juega de 3 antes jugaba de enganche, aprovechando que es zurdo y se lo mira con otros ojos. Pero después subió una categoría y ahí jugaban con línea de 4 en el medio y pasó a ser carrilero por izquierda. Pero la madre del que estaba se encamaba con el coordinador de inferiores, entonces él tuvo que pasar a jugar de 3. Así se crea una generación de jugadores frustrados y resentidos, con buen dominio de balón pero sin conciencia de marca o unos peones de ajedrez.

Está la otra posibilidad, que desde que se maximizó el uso de la pelota parada, el jugador que mide más de 1,85 (aparentemente) es útil en cualquier puesto del campo, sin importar si sabe hacer algo con la pelota en los pies. Así aparecen laterales alla Eber Ludueña, que no suelen pasar la mitad de cancha y si lo hacen es para hacer el ridículo. Así todos tienen que bancar en sus equipos a tipos que se sacan la pelota de encima, que el único recurso que tienen para salir es el pelotazo, que para marcar son medio matungos y suelen recurrir a movimientos anarmónicos y violentos para intentar sacarle el esférico al rival.

Ejemplos de estos tres casos sobran. Los hay en todos los equipos de nuestro fútbol vernáculo, mejor dicho. Es un puesto sin vocación. ni gratitud, al menos en nuestro país, sobre todo porque estamos muy faltos de ejemplos. Es poco probable que algún chico le diga a su padre: “yo quiero jugar como Mareque”. Es posible recordar algunos buenos ejemplos de laterales en Argentina, por ejemplo Marzolini —que vendría a ser como el iniciador en esa posición—, Tarantini, Enrique y Mareque (?). Sorín siempre fue muy discutido, Zanetti por duración, quizás Olarticoechea se pueda agregar y finalmente Clausen o Ibarra (nótese que más de uno recibió como apodo “El Negro”). Todos ya retirados, algunos retirados todavía en funciones (?)

Ya está, la posición de lateral en nuestro país se extinguió, pero sin embrago, se sigue insistiendo con la línea de 4 en el fondo. Hay que cortar por lo sano y prohibir que los equipos se desempeñen con esa táctica, por lo menos en nuestras ligas y sobre todo en el equipo nacional, que desde hace más de dos décadas no tiene un jugador verdaderamente digno en esa posición y soporta cualquier tipo de vejación al buen juego de los anteriormente nombrados.

Lo más probable es que a nivel local la medida genere un fútbol más atractivo. A nivel selección no habrá excusas, en poco tiempo estaría institucionalizada la defensa de 3 hombres y todos los que lleguen a primera deberían saber cómo hacerlo, y si tienen la oportunidad de defender la camiseta argentina ya habrán tenido suficiente experiencia.

Se podrá achacar a la idea de “bilardista”, pero no es así. Reducir los defensores y agregar hombres con manejo debería mejorar el ataque de los equipos y reducir la cantidad de troncos. Los técnicos que sepan aprovechar la regla para hacer un fútbol más o mejor ofensivo seguramente serán acompañados por el triunfo. Habrá más oportunidades de generar un juego basado en el toque.

¿Cómo se implementa una prohibición de estas características? Es la parte más complicada del plan, pero con la tecnología de hoy no hay por qué hacerse mala sangre. Se requerirá un chip en la camiseta de cada futbolista y otro en la pelota. Este chip registrará el número del jugador, el equipo y la posición durante todo el partido (el de la pelota sólo esto último). La posición puede calcularse por medio del GPS (tendrá que ser un GPS de buena resolución) o con algún sistema ad hoc ubicado en los límites del campo de juego.

De esta manera, se podrá confeccionar un mapa de los movimientos de cada jugador durante todo el partido. Esta tecnología, vale decir, puede tener muchas otras aplicaciones, por ejemplo saber al instante cada posición adelantada, conocer si la pelota entró en el arco o no, saber si la barrera se adelantó en un tiro libre, o si alguien se adelantó en un penal.

Pero lo más importante será el control táctico. En el sistema se definirá un parámetro sobre en qué consiste la línea de 4, cuál es la distancia relativa entre los defensores que sería violatoria de la regla (esto varía según la posición de la pelota, porque es lógico que cuando el rival está en el área de un equipo los defensores se amontonen más). Una vez acordados los parámetros, el sistema revisará cada partido. Verá en qué porcentaje del tiempo que un equipo no tuvo la pelota hubo cuatro defensores parados en la táctica prohibida. Si se excede cierto porcentaje, por ejemplo 50%, el equipo infractor recibirá una sanción que puede ser la quita de los puntos ganados en el partido.

La precisión del sistema puede ser tal que sirva como factor de desempate para campeonatos o descensos. Si hay igualdad de puntos, puede resultar favorecido el de menor promedio de porcentaje de línea de 4 en todo el campeonato o período a considerar.

La llegada de la tecnología al fútbol tarde o temprano se producirá. Es menester utilizarla no sólo para obtener mayor aplicación de las reglas del juego, sino también para lograr un fútbol más atractivo para todo el mundo.



Existen dos problemas en el fútbol actual. Se ha hablado bastante de la imperfección de los arbitrajes. Otro problema es la pobreza técnico-táctica. Ambos problemas parecen poco relacionados, pero ¿qué pasaría si existiera una solución única para los dos?

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