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Consejos a la hora de presentar tus ideas ante tus clientes

Algunas personas consideran que es necesario mostrar a los clientes el rango completo de ideas que te surgen a medida que llevas a cabo un proyecto, ya que éste tiene derecho a conocer las ocurrencias del profesional que ha contratado.

Pero ¿Es esto siempre beneficioso? En algunos casos, mostrar demasiadas ideas puede resultar contraproducente y la prueba de tu creatividad se puede demostrar de otras maneras.

Demasiadas posibilidades


Escenario 1
Miras a tu mesa de trabajo de Illustrator y ves media docena de ideas para logos geniales… más que cool, ¡Súper-cool! Bueno no tanto, en realidad, pero prácticos y apropiados. Te sientes más que satisfecho con ti mismo. Sin embargo, la última vez que mostraste a un cliente todas tus ideas, quedaste atrapado en un carrusel vertiginoso, obligado a hacer una mezcla de partes de un logotipo con partes de otro, y utilizando conceptos inadecuados y sin terminar.

Lo que pasa es que el cliente estaba abrumado con las ideas y no pudo elegir uno o el otro: demasiadas direcciones, y demasiadas buenas ideas. Tu ofreciste todas tus súper-buenas ideas en un plato, convencido de que habías manejado todas las direcciones posibles. Trabajaste duro para adelantarte a las preguntas y sugerencias de tu cliente. Pero con todo este trabajo duro, sin saberlo, pusiste en marcha una serie de acontecimientos que muchos diseñadores antes que tú han experimentado.

Poner a tu cliente en la posición de un niño en una tienda de dulces puede conducir a algunas de las experiencias más frustrantes en el trabajo de diseño. ¿Estamos socavando el flujo de un proyecto con la necesidad de que nuestro ego creativo sea acrecentado por los clientes? Demasiadas opciones puede ser algo malo para ellos.

Escenario 2
Una vez más, mirando a tu mesa de trabajo de Illustrator, se ve una media docena de ideas de logos cool, super-cool, prácticos y adecuados. Has traducido la idea de forma brillante, como antes.

El cliente está impresionado por tu imaginación, tu interpretación de su pedido y tu capacidad de pensar fuera de la caja. Se sienten avergonzados - incluso estropeados - por tener que elegir entre tantas ideas sorprendentes ya que no era lo que esperaban, teniendo en cuenta sus experiencias anteriores. El cliente busca entre las ideas y se da cuenta de que eras la persona adecuada para el trabajo. Se van de aquí para reflexionar sobre las ideas.

Estás contento. El cliente está satisfecho. Tiempo para una cerveza.

El cliente vuelve con un plan de ataque decisivo. Ellos han elegido uno o varios de los ganadores potenciales entre tus ideas y están dispuestos a hablar sobre ajustes y cambios contigo. Al mostrar a los clientes todas tus ideas, ya sea algo fresco o funky, práctico o seguro, has cubierto todas las bases, no has dejado lugar a interpretaciones erróneas y que representaban el concepto de “percepción subjetiva”.

Como casi siempre es el caso, tienes tus propios favoritos, pero la experiencia previa ha demostrado que no debes asumir que el cliente siente lo mismo.

Menos ideas, menos elecciones
Podemos modificar estos dos escenarios, cambiando la “muestra de todas las ideas” por la “muestra de sólo unas pocas.” Las ventajas serían que el cliente no estaría sobrecargado: ya que has proporcionado sólo algunas ideas prometedoras. De esta manera, estás siendo firme y confiado en tu capacidad para interpretar el pedido. También crees que el cliente estará en desventaja ante más opciones.
En ambos casos, el cliente podría estar satisfecho con las ideas que has elegido y tu capacidad para hacer el trabajo. Eres un misil creativo y no necesitas que tu ego sea acrecentado, tampoco te es necesario mostrar tu imaginación a cada cliente para impresionarlo. Tu portfolio se encarga de esto por su cuenta.
Puede que tengas muchas otras ideas frescas y prácticas en la manga, pero poner todas tus cartas sobre la mesa en este momento no es necesario. Guárdalas. Si el cliente no compra ninguna de las ideas que has filtrado para ellos, incluso después de haber justificado su conveniencia, puedes recurrir a ellas. Incluso si pierdes la ronda 1, ya estás preparado para la ronda 2.

Estate alerta
Considera estos puntos antes de decidir si mostrar o no todas tus ideas a un cliente.



Conoce al Cliente: Un ángulo Psicológico
En última instancia, tu flexibilidad en la presentación de ideas será determinada por lo bien que conoces al cliente: obtener un buen sentido de su personalidad, su deseo y otros temas relacionados con la empresa y su forma de ser es fundamental. ¿Son ellos los que deciden, o se reportan a un organismo o a un miembro del personal de alto nivel?
Cuando un grupo de personas está involucrado en la toma de decisiones, puede que quieras reforzar tu presencia durante el proceso creativo. Presentar demasiadas ideas para una persona puede ser abrumador, pero demasiadas ideas para una junta de seis personas puede resultar un desastre.

Ser capaz de leer a la gente no sólo es útil: sino que con el tiempo puede ayudar a tu sanidad mental. El diseño y la creatividad son una cosa, pero si quieres sobresalir en los negocios y atraer nuevos clientes, sobre todo como un profesional independiente, estar bien versados en psicología básica es imprescindible.

Cubre tu espalda: Ten un brief fuerte
Como sucede en toda comuniación entre una empresa y una agencia de publicidad, un brief sólido es siempre esencial y una de las primeras cosas a cubrir antes de hacer algo creativo. Una mano firme y segura es a menudo necesaria. Investiga a la compañía. Entiende la estructura que guía sus decisiones. Puede que tu punto de contacto no siempre sea la persona que toma las decisiones y no quieres complacer a la persona equivocada. Es necesario adelantarse a los resultados deseados familiarizándote lo más posible con tu cliente y sus negocios.
El pedido puede cambiar durante el proyecto, y puede cambiar de manera significativa sin que seas consciente de ello. La propia naturaleza del proceso creativo y tu colaboración con el cliente pueden descubrir ideas que antes no se consideraban. Sé flexible y orgánico en tu enfoque. Cuando sientas que la idea no refleja ya la dirección del proyecto, estate dispuesto a revisarla con el cliente.

Toma un tiempo de descanso, respira y vuelve a evaluar las cosas. No te sientas presionado. Evalúa la situación y determina si un reajuste es necesario. Mejor retroceder un poco ahora, porque de otro modo, al final sólo tendrás más que rehacer.

Haz muchas preguntas. Cuanto más te sumerjas en el proyecto, más familiar te volverás con el tema. No tengas miedo de seguir haciendo preguntas si crees que son importantes para el resultado del proyecto.

Comunicación


Para muchos trabajadores independientes, encontrarse con el cliente cara a cara no siempre es posible, y puede que te encuentres en problemas si no has realizado previsiones. Algunos clientes se niegan a hablar por teléfono y su comunicación escrita falla en inspirar confianza al diseñador (en este caso, tú).

Si esto te sucede, reflexiona acerca de si el proyecto vale o no la pena. Si tienes problemas de comunicación antes de comenzar un trabajo, probablemente te golpearás contra una pared al intentar obtener algo de feedback. Una colaboración verdadera requiere de compromiso, por lo menos, de parte de dos personas: el diseñador y el cliente.

Para concluir
No existe una respuesta correcta o incorrecta acerca de si debes o no mostrar todas tus ideas a un cliente. Debes asesorar a cada cliente en sus propios términos y darte cuenta qué es lo mejor en cada caso.

Ser un buen juez de personalidades, entender las interacciones humanas, ser capaz de ver más allá y prevenir problemas posteriores, ayuda a mantener tu prestigio. Pasa tiempo aprendiendo e investigando no sólo sobre técnicas creativas sino sobre las personas también. La calidad general de todo tu trabajo mejorará en consecuencia.

¿Ustedes qué suelen hacer? ¿Comparten todas sus ideas con los clientes o son más resguardados al respecto?


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