domingo

Educación, creatividad y pensamiento lateral

Desde nuestras primeras reflexiones venimos insistiendo en la necesidad de que los procesos educativos abiertos, dinámicos, activos, participativos y críticos se caractericen también por la creatividad. Porque sólo quien ha sido impulsado en su capacidad creativa es capaz de dar respuestas nuevas a viejos problemas, nuevas soluciones a nuevas necesidades.

Desde luego no soy partidario de que la creatividad se impulse contra, o en detrimento del pensamiento racional, lineal, lógico, causal, que supone un recurso fundamental para todos los seres humanos, ya que la mayor parte de las situaciones en que nos encontramos requieren un tipo de respuesta desde la racionalidad.

No se trata de oponer racionalidad y emotividad, lógica y creatividad, sino de interrelacionarlas y fecundarlas: sólo los seres humanos equilibrados en sus dos dimensiones básicas podrán hacer frente a los grandes retos del futuro.

Por ello, junto con los recursos más o menos convencionales en los procesos educativos formales hemos de favorecer otra forma de pensamiento: el pensamiento lateral (lateral thinking). Frente a las ideas fijas, la inercia de lo conocido, el pensamiento lateral y/o divergente es una respuesta creativa para encontrar nuevas posibilidades.

El impulsor del “Pensamiento Lateral”, y quien acuñó la expresión fue Edward De Bono en su libro The Use of Lateral Thinking (1967). Lo define como un conjunto de métodos de pensar involucrados en cambiar conceptos y percepción, para incrementar la creatividad. Es una colección de teorías de pensamiento divergente, que no son inmediatamente obvias y que no pueden seguirse usando solamente la lógica tradicional paso a paso, y que se concentran en generar nuevas ideas, en cambiar conceptos y perspectivas. “El pensamiento tradicional –afirma- trata “lo que es”. El pensamiento de futuro deberá tratar “lo que podría ser”.

El principal problema con que nos encontramos para impulsar estas técnicas de creatividad en los procesos educativos formales –aunque también pueden desarrollarse en el entorno familiar, en las relaciones con los amigos, etc.- es que quienes tienen la responsabilidad de educar no han sido formados adecuadamente y en ocasiones ni siquiera ven la necesidad de salirse de los caminos trillados.

Pero una sólida formación de futuro no podrá prescindir, junto con las herramientas para caminar con seguridad por los lugares más o menos previsibles, de esas otras habilidades que potencian la creatividad, la asociación libre, la búsqueda de respuestas a preguntas que nunca antes habían sido formuladas.



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