Para poder realizar la misión personal hay que aprender a venderse uno mismo. A los títulos y conocimientos obtenidos hay que sumarles credibilidad y capacidad persuasiva. Llegar a ser profesional es un camino sinuoso con numerosos obstáculos. Así como otras cosas valiosas de la vida, las destrezas comunicacionales no se enseñan en la escuela.
Siempre estamos comunicando. Es imposible no comunicar, porque al no comunicar comunicamos. Sin saber hacerlo se complica desde conseguir un empleo, o autoempleo, hasta generar un negocio. La paradoja del consumidor es que compra “intuito persona”, es decir derivando su elección de la calidad de la relación. Ante dos personas iguales, el que se venda mejor obtendrá el empleo, el trabajo o el negocio. Y no venderá sólo por lo que es, o por su rico mundo interior, sino también por lo qué dice y cómo lo dice.
El marketing personal no comienza en la oratoria sino en la escucha: tenemos dos orejas y una sola lengua, para escuchar el doble de lo que decimos. El que habla sin escuchar se arriesga a decir lo que al otro no le interesa o bien rechaza.
El principio 1 del marketing personal es conocer al interlocutor, es elemental preguntar antes de exponer. Al conocer todas las respuestas aparecen siempre nuevas preguntas, materializando un círculo virtuoso.
Aprender a observar.
A la situación, al contexto, hay que saber interpretarlo. Cómo dijo Einstein la imaginación es más importante que el conocimiento. Es común que los profesionales disientan sobre el mismo caso: ¿ por qué será si estudiaron del mismo texto?. La diferencia está en cómo pasan del texto al contexto, de la teoría a la práctica.
Aprender a pensar.
Aristóteles dijo que la realidad es la única verdad. Lo real no se presenta como en el texto, hay que descubrirlo con inteligencia. Si escuchar es el principio 1, comprender la situación es el principio 2 y se deriva del primero.
Inventar la solución.
Es el principio 3 y se aplica a situaciones nuevas. El que resuelve sólo por abstracción aplica un filtro mental, admite algo y rechaza el resto, convalida una simple hipótesis con un saber relativo, interrumpe el pensamiento, se autoengaña. Pensar en concreto es ser más relacional y menos utilitarista, menos científico y más humano. Cuando se ve sólo lo que conviene ver, no hay apertura a la realidad, y se la elimina. Sin un pensamiento complementario, ni siquiera nos comprendemos a nosotros mismos.
Actuar en consecuencia.
El principio 4 completa el proceso se trata de comunicar eficazmente. Se debe capturar la atención, despertar el interés, y generar el deseo para que el otro responda en consecuencia, logrando la consumación de la venta. Para lograrlo hay que armonizar hechos, emociones, ideas y argumentos, otorgándoles coherencia en el discurso.
La misión personal.
La energía para venderse a uno mismo nace del autoconocimiento. El que no sabe lo que quiere no quiere lo que hace y no le pone pasión e inteligencia emocional. Al entusiasmo hay que agregarle creatividad, y planificación estratégica, para llevar las ideas a la práctica. La inteligencia ejecutiva requiere un cuerpo sano en una mente sana. La imagen de quien domina el marketing personal se potencia con el entrenamiento de la voz, la presencia física, la indumentaria adecuada, el timing. El marketing personal también recurre a la inteligencia digital. Si no tenemos contactos, si la montaña no va Mahoma, Mahoma debe ir a la montaña. Hay que llegar a nuestra base de datos con el producto correcto – que en este caso es uno mismo- al lugar correcto, en el tiempo correcto, con la cantidad correcta y en la forma correcta.
http://www.ilvem.com.pe/shop/detallenot.asp?notid=201
Siempre estamos comunicando. Es imposible no comunicar, porque al no comunicar comunicamos. Sin saber hacerlo se complica desde conseguir un empleo, o autoempleo, hasta generar un negocio. La paradoja del consumidor es que compra “intuito persona”, es decir derivando su elección de la calidad de la relación. Ante dos personas iguales, el que se venda mejor obtendrá el empleo, el trabajo o el negocio. Y no venderá sólo por lo que es, o por su rico mundo interior, sino también por lo qué dice y cómo lo dice.
El marketing personal no comienza en la oratoria sino en la escucha: tenemos dos orejas y una sola lengua, para escuchar el doble de lo que decimos. El que habla sin escuchar se arriesga a decir lo que al otro no le interesa o bien rechaza.
El principio 1 del marketing personal es conocer al interlocutor, es elemental preguntar antes de exponer. Al conocer todas las respuestas aparecen siempre nuevas preguntas, materializando un círculo virtuoso.
Aprender a observar.
A la situación, al contexto, hay que saber interpretarlo. Cómo dijo Einstein la imaginación es más importante que el conocimiento. Es común que los profesionales disientan sobre el mismo caso: ¿ por qué será si estudiaron del mismo texto?. La diferencia está en cómo pasan del texto al contexto, de la teoría a la práctica.
Aprender a pensar.
Aristóteles dijo que la realidad es la única verdad. Lo real no se presenta como en el texto, hay que descubrirlo con inteligencia. Si escuchar es el principio 1, comprender la situación es el principio 2 y se deriva del primero.
Inventar la solución.
Es el principio 3 y se aplica a situaciones nuevas. El que resuelve sólo por abstracción aplica un filtro mental, admite algo y rechaza el resto, convalida una simple hipótesis con un saber relativo, interrumpe el pensamiento, se autoengaña. Pensar en concreto es ser más relacional y menos utilitarista, menos científico y más humano. Cuando se ve sólo lo que conviene ver, no hay apertura a la realidad, y se la elimina. Sin un pensamiento complementario, ni siquiera nos comprendemos a nosotros mismos.
Actuar en consecuencia.
El principio 4 completa el proceso se trata de comunicar eficazmente. Se debe capturar la atención, despertar el interés, y generar el deseo para que el otro responda en consecuencia, logrando la consumación de la venta. Para lograrlo hay que armonizar hechos, emociones, ideas y argumentos, otorgándoles coherencia en el discurso.
La misión personal.
La energía para venderse a uno mismo nace del autoconocimiento. El que no sabe lo que quiere no quiere lo que hace y no le pone pasión e inteligencia emocional. Al entusiasmo hay que agregarle creatividad, y planificación estratégica, para llevar las ideas a la práctica. La inteligencia ejecutiva requiere un cuerpo sano en una mente sana. La imagen de quien domina el marketing personal se potencia con el entrenamiento de la voz, la presencia física, la indumentaria adecuada, el timing. El marketing personal también recurre a la inteligencia digital. Si no tenemos contactos, si la montaña no va Mahoma, Mahoma debe ir a la montaña. Hay que llegar a nuestra base de datos con el producto correcto – que en este caso es uno mismo- al lugar correcto, en el tiempo correcto, con la cantidad correcta y en la forma correcta.
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