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¿Evaluar riesgos? Sepa qué errores debe evitar en este proceso

Al mirar hacia atrás en su carrera, ¿en qué momento hubiera querido ser más valiente, tener más confianza en sí mismo o ser menos prudente? Margie Warrell, colaboradora deForbes, sugiere cómo asumir los riesgos.

Al sopesar la posibilidad de tomar una acción que podría dejarnos vulnerables, en caso de fallar de alguna u otra forma, las personas tenemos una tendencia innata a equivocarnos en cuatro elementos básicos respecto a la evaluación de riesgos.
No sobrestime la probabilidad de que las cosas salgan mal.
Al evaluar los riesgos, las personas tienden a considerar -en mayor medida- las pérdidas potenciales antes que las ganancias potenciales. Es decir, muchos optan por centrarse más en lo que podría ir mal -lo que podrían perder o sacrificar-.

Cuando se magnifican las situaciones, se juzga de manera errada lo que podría producirse. De acuerdo a Margie Warrell, autora de Stop Playing Safe, los riesgos de que algo no se resuelva en realidad, a menudo, están muy por debajo de nuestras estimaciones.
No exagere las consecuencias de lo que podría salir mal.
Las imágenes mentales de aquello que pueda ocurrir “en el peor de los casos” suelen ir demasiado lejos. En lugar de asumir que se podría actuar rápidamente para atajar o mitigar una situación cuando las cosas empezaron a salirse de control, muchos profesionales prefieren imaginar -escandalosamente- cómo las cosas podrían llegar a un nivel catastrófico.

En ese punto, es indispensable apreciar nuestra capacidad de intervenir para evitar el mayor impacto, en lugar de exagerar lo que podría suceder si los planes no funcionaron.
No subestime su capacidad para manejar las consecuencias.
Esto va de la mano con lo anterior, pero se centra más en la capacidad total. No permita que las dudas respecto a sus capacidades, habilidades y conocimientos para alcanzar sus objetivos lo superen.

Pensar que usted no es capaz de efectuar alguna tarea o llevar a cabo determinadas acciones debido a sus dudas y temores, lo atarán de pies y manos. Con la inacción, no es posible alcanzar el éxito.
No minimice el costo de la inacción.
¿Está ignorando el costo de su falta de iniciativa? No se engañe con la esperanza de que las circunstancias, de alguna manera, mejorarán con el tiempo y las cosas simplemente van por su propia cuenta. Cuando deja los problemas sin resolver, las probabilidades de estancarse o retroceder -en su carrera- incrementan.

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