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Creatividad y reglas: entre el límite y la posibilidad



Cuando de creatividad se trata suele pensarse, que la imposición de reglas conspira contra el acto creativo. Si se identifica creatividad con espontaneidad puede afirmarse que, la creatividad se da en aquellos ámbitos en donde las restricciones cesan.

Sin embargo, no usamos “creatividad” o “creativo” para describir cualquier tipo de actitud o acción que presente un rasgo de espontaneidad o cierto carácter de novedad imprevista sino, en referencia a aquellos determinados tipos de acciones que dependen de la aplicación de procedimientos y reglas que le dan sentido y fundamento a lo que se está haciendo.

Para graficarlo rápidamente, no es lo mismo beber agua, que mover un alfil en un campeonato de ajedrez, aunque los dos tengan en común un movimiento corporal y una finalidad intencional.

Conviene entonces analizar, de qué hablamos cuando nos referimos a creatividad, sobre todo, en contextos relacionados con las artes, oficios, actividades profesionales, la invención científica, el desarrollo tecnológico, los juegos.

La noción de creatividad se aplica a contextos de acciones definidas que presentan determinada finalidad. Se trata de “la actuación hacia determinados fines de distintas actividades, dentro del cual el cumplimiento de procedimientos más o menos estandarizados dan sentido a la misma, la constituyen como tal y cuya ejecución eficaz requiere procesos de aprendizaje y práctica”.

La genuina creatividad no excluye, sino que presupone determinadas reglas y la competencia para tratar con ellas del modo más adecuado. Es el emergente más destacable que define el espacio de sentido en el cual se mueve la actividad correspondiente.

Creatividad y reglas, son así dos caras de una misma moneda. La creatividad está referida a contextos reglados, las reglas cumplen una doble función: posibilidad y límite, ya que en cualquier actividad, es necesario no hacer aquello que nos deje fuera de ella.

Sólo puede ser genuinamente creativo dentro de un determinado ámbito de actuación reglada y orientada a la obtención de determinados fines, aquél que por haberse interiorizado de los procedimientos reglados y las estrategias propias del arte, el oficio, la ciencia, la técnica o el juego correspondiente, está en condiciones de producir sobre esa base y a partir de su talento individual, resultados nuevos, sorprendentes u originales.

Pensemos por un momento en el lenguaje, que sobre la base de un conjunto de reglas, esquemas y procedimientos abren un espacio de productividad ilimitado, del cual cada hablante hace un uso propio.

Así, Cervantes, Neruda y Borges por nombrar algunos, no se convierten en hablantes de una lengua diferente de la que hablamos nosotros, revelan que el camino que hace posible la consumación de resultados nuevos viene mediado por la interiorización, la práctica y el dominio de las correspondientes reglas que dan sentido a la actividad que se lleva a cabo. Talento natural y reglas son considerados como esencialmente vinculantes.

Innumerables referentes de la actividad humana: médicos, científicos, deportistas, educadores, artistas, operarios, etc. dan cuenta de las reglas como posibilidad de desplegar la creación dentro del “juego que se juega”.

El dominio de las reglas que dan sentido a nuestras actividades, no nos harán devenir genios, pero ayudarán a que seamos creativos, en la medida de nuestras posibilidades, sin salirnos del juego que jugamos, enriqueciéndonos como individuos y generando una sociedad más creativa a la hora de proyectar soluciones a las problemáticas actuales.



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