Cuando bajo el pseudónimo de Lewis Carroll, Charles Dodgson escribió en 1865 ‘Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas’, fascinó a niñas y niños y sorprendió –hizo pensar– a muchos adultos. Y lo hizo a través de una niña reflexiva que se pregunta sobre el mundo que le rodea: ¿quién eres? ¿dónde vas? ¿cuál es el sentido del tiempo?
Es precisamente esta actitud reflexiva y curiosa de Alicia, por un lado, y la capacidad de dar respuestas originales que transforman la realidad y generan nuevas preguntas de Carroll, por otro, lo que consideramos ejes fundamentales de la CREATIVIDAD, concepto clave dentro del contexto de los Procesos de Innovación sobre los que venimos reflexionando.
Cuando hablamos de “la mirada de Alicia” o “mirada creativa” es porque vemos en esa mirada una actitud hacia el mundo que nos rodea, una manera de observar, de curiosear y de “estar” en el entorno. Una mirada capaz de ser incisiva, profunda, abierta y exploradora a la vez, es lo que nos hará, sin duda, aumentar nuestras referencias. Esto enriquece y nutre nuestro pensamiento, lo que nos da la posibilidad de tener más opciones, ser más flexibles y por lo tanto más creativos.
Ya en la primera mitad del siglo XX el Dadá y el Surrealismo se preocuparon de demostrar que la Creatividad es una capacidad, un tipo de inteligencia y una manera de resolver problemas que pertenece a todo ser humano, y no sólo a los grandes genios o artistas. ¡Ha pasado ya un siglo! Y nos seguimos encontrando con esta especie de diferenciación sobre quién es o no es creativo. Creativos somos todos, todos tenemos esa capacidad de buscar soluciones, tomar decisiones, solucionar problemas y hacerlo además, de una manera transformadora. Y entonces… ¿Por qué nos resulta tan difícil? ¿A qué lugar de nuestro cerebro o de nuestra infancia tenemos que ir a buscar ese pensamiento más libre y menos estereotipado?
La respuesta a alguna de estas preguntas quizás esté en ciertos programas educativos, demandas laborales o imposiciones sociales bajo las que hemos crecido; y que nos han obligado a “entrenarnos”, casi exclusivamente, en el uso del pensamiento lógico tradicional, haciendo así, que perdiéramos otros recursos mentales; lo que Edward de Bono, en 1970 llamó Pensamiento lateral.
Si la creatividad puede aprenderse y aplicarse, si es una actitud, un hábito, una toma de conciencia, una práctica y no una revelación… miremos entonces la innovación como algo que podemos hacer todos, como un proceso humanizado, que se inspira en las personas y que bajo una óptica creativa es capaz de hacernos llegar a soluciones realmente transformadoras y útiles.
(Artículo originalmente publicado por Cecilia Bergamín Serredi (Directora Creativa de Método Hémer) en el número de octubre de la revista Brandlife)
http://www.metodohelmer.com/blog/2009/11/10/la-mirada-de-alicia/
Es precisamente esta actitud reflexiva y curiosa de Alicia, por un lado, y la capacidad de dar respuestas originales que transforman la realidad y generan nuevas preguntas de Carroll, por otro, lo que consideramos ejes fundamentales de la CREATIVIDAD, concepto clave dentro del contexto de los Procesos de Innovación sobre los que venimos reflexionando.
Cuando hablamos de “la mirada de Alicia” o “mirada creativa” es porque vemos en esa mirada una actitud hacia el mundo que nos rodea, una manera de observar, de curiosear y de “estar” en el entorno. Una mirada capaz de ser incisiva, profunda, abierta y exploradora a la vez, es lo que nos hará, sin duda, aumentar nuestras referencias. Esto enriquece y nutre nuestro pensamiento, lo que nos da la posibilidad de tener más opciones, ser más flexibles y por lo tanto más creativos.
Ya en la primera mitad del siglo XX el Dadá y el Surrealismo se preocuparon de demostrar que la Creatividad es una capacidad, un tipo de inteligencia y una manera de resolver problemas que pertenece a todo ser humano, y no sólo a los grandes genios o artistas. ¡Ha pasado ya un siglo! Y nos seguimos encontrando con esta especie de diferenciación sobre quién es o no es creativo. Creativos somos todos, todos tenemos esa capacidad de buscar soluciones, tomar decisiones, solucionar problemas y hacerlo además, de una manera transformadora. Y entonces… ¿Por qué nos resulta tan difícil? ¿A qué lugar de nuestro cerebro o de nuestra infancia tenemos que ir a buscar ese pensamiento más libre y menos estereotipado?
La respuesta a alguna de estas preguntas quizás esté en ciertos programas educativos, demandas laborales o imposiciones sociales bajo las que hemos crecido; y que nos han obligado a “entrenarnos”, casi exclusivamente, en el uso del pensamiento lógico tradicional, haciendo así, que perdiéramos otros recursos mentales; lo que Edward de Bono, en 1970 llamó Pensamiento lateral.
Si la creatividad puede aprenderse y aplicarse, si es una actitud, un hábito, una toma de conciencia, una práctica y no una revelación… miremos entonces la innovación como algo que podemos hacer todos, como un proceso humanizado, que se inspira en las personas y que bajo una óptica creativa es capaz de hacernos llegar a soluciones realmente transformadoras y útiles.
(Artículo originalmente publicado por Cecilia Bergamín Serredi (Directora Creativa de Método Hémer) en el número de octubre de la revista Brandlife)
http://www.metodohelmer.com/blog/2009/11/10/la-mirada-de-alicia/
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